No, no es una cuña publicitaria auspiciada por el que se anunciaba el grande entre los grandes almacenes. Tampoco una reconversión made in Spain de ese Black Friday que parece que no se va a celebrar, o caso de que lo haga llegue con muchas restricciones por la próxima pandemia que se avecina, la energética, nada de eso. La semana fantástica ha sido la del Sevilla Fútbol Club y, si no llega a ser por el mangazo mallorquín de última hora, hubiera sido la auténtica semana perfecta.
Tres victorias y un empate que debió ser el cuarto triunfo han dejado el listón muy alto de cara a otros siete días en los que habrá que dar cuenta de equipos campeones, en primer lugar el de la liga de Francia y en segundo el que, siempre según sus seguidores, será el próximo campeón de liga, de la Europa League y de to lo que se menee.
Habrá quien a estas alturas del artículo piense que Jul y Gan se han dejado llevar por la euforia y que han contabilizado una victoria de más, pero no es así, porque quizás la más importante de todas se dilucidó no a base de goles, sino de pilas de mandos a distancia en la Junta de Accionistas del Sevilla Fútbol Club el pasado martes 26 de octubre.
Igual que en el caso de las otras victorias, todas tienen su valor y nada está ganado. No somos como el vecino y sus colegas, sabemos que para conseguir vencer de forma definitiva no hay que construir castillos en el aire. Hay que cubrir etapas en un camino que es muy duro y, por ello, no nos podemos confiar. Partido a partido, dicen Simeone o Lopetegui; mando a distancia a mando a distancia, diríamos nosotros. Y así hasta que los americanos se harten y decidan irse con sus cuartos a especular por otras latitudes.
Jul y Gan estaban acongojados el pasado martes. No sé si porque nadie les había llamado para comprarles las tres acciones del Sevilla Fútbol Club que tienen (¿Cuánto dais, mamones?), como por un cierto fatalismo que les hacía temer que todo el esfuerzo de estos últimos veinte años se iba a ir de nuevo por el sumidero para volver a visitar pozos de mediocridad no tan lejanos en el tiempo.
Sí, temían que se acabasen los días de gloria, de trabajo y de reconstrucción de un Sevilla Fútbol Club que se desangraba y que ha llegado a donde está gracias al buen hacer de gente de aquí. Incluido, obvio, un José María del Nido que condujo con maestría la nave, pero que, a día de hoy, le ciega el deseo de volver de la mano de quien solo la tiende para trincar beneficios.
Porque un fondo de inversión, ese monstruo que ha creado el neoliberalismo, solo tiene como único objetivo maximizar sus ganancias a costa de lo que sea, llámese patrimonio de las sociedades o puestos de trabajo. Ganar a costa de dejar pelados a los demás y luego largarse a donde otros gilipollas o ambiciosos traguen el anzuelo de los nuevos estadios, campeonatos de ligas que se van a ganar y otras promesas, tan parecidas a aquellas antiguas de prometer antes de meter y, una vez metido, nada de lo prometido. La historia es antigua y esta forma de embaucar nos induce a sospechar que o Del Nido se ha hecho bético o cree que los aficionados palanganas lo somos.
Jul y Gan están tiesos como la mojama, pero quieren dirigirse desde aquí, con toda la humildad del mundo, a los señores de 777 Partners para decirles que les sorprendió mucho que hayan confiado sus expectativas en alguien que no es capaz ni de revisar si el mando a distancia tiene pilas o no. Parece mentira que después de haber pasado por el talego tanto tiempo no haya criado un poco más de picardía. Y les aconsejarían que no perdieran mucho el tiempo por Sevilla. Por el Sevilla Fútbol Club, por lo menos. Busquen otro sitio, vendan sus acciones e inviertan en otros clubes.
Fíjense cómo han recibido los aficionados del Newcastle a sus nuevos dueños (también van a ser campeones de liga y le van a quitar al Madrid a Mbappé, al PSG a media plantilla y el City se va a quedar con juveniles (prometer antes de meter). O antes el jeque del Málaga, el señor Slim y hasta el don Florentino de su segunda época. En esto de grandes promesas estamos más que vacunados por aquí. Tres dosis y la de recuerdo, sobre todo la de recuerdo de los malos recuerdos. Aquí ya estamos de mensajeros del ARN hasta los huevos y de gente que se iba a comer leones desde la melena hasta la cola, ni les contamos.
No hagan más el ridículo y compren otro. Hay muchos que les venderán baratos sus delirios de grandeza. Sus accionistas merecen otra cosa. No pierdan el tiempo con catetos del sur, porque no les vamos a permitir repetir la historia del Escobar de Antena 3, de González de Caldas y sus Colussos y Camachos. Los que están al mando hoy lo saben, también los vigilamos. Saben que conocemos el sabor del fango y que no estamos dispuestos a pasar otra vez por ahí. Al menos, hasta que se muera el último que recuerde aquellos tiempos del Sevilla Fútbol Club. Quizás entonces puedan hacer algo, pero eso es muy tarde para sus accionistas. Y un pelotazo tiene que ser, ante todo, un pelotazo.
777 Partners, con setecientos setenta y siete partners entre los que podían haber elegido se quedaron con el menos indicado, con el que tiene la batería agotada desde hace muchos años. No esperen más, vendan, no merece la pena. Dentro de seis meses no fallará el mando, pero será otra cosa y no sabrán dónde meterse. Y en lugar de un fondo de inversión serán un fondo de inmersión. No lo duden, Genoa los espera. Y a nosotros, una nueva semana que ojalá sea tan fantástica como la anterior y venga con tres nuevas victorias, las de los partidos de fútbol y la de escuchar que ustedes se van con la música a otra parte.