A final de la campaña pasada, cuando la llegada de Mendilibar aclaraba el panorama del Sevilla Fútbol Club, se reconocía desde las altas instancias de la entidad que había sido una temporada de muchos errores, empezando por la planificación de la plantilla realizada durante el verano anterior. Pues bien, transcurrido un año, parece que no se ha aprendido nada de los errores de antaño y, de nuevo, se planta el club con la plantilla a medio configurar cuando falta medio mes para el cierre del mercado.
El hecho de que el plazo para las inscripciones concluya el 31 de agosto, solapándose con tres jornadas ligueras, es, sin duda, una anomalía que perturba el desarrollo de la competición, con respecto a la cual hay pocos visos de que vaya a ser solucionada en el corto plazo, pues el negocio primará siempre, en el fútbol actual, sobre el aspecto deportivo. Por lo tanto, aquel club que mejor sea capaz de adaptarse a este hecho novedoso tendrá una importante ventaja sobre aquellos otros que, como el Sevilla Fútbol Club, se limitan simplemente a expresar su queja y lamerse las heridas sin cambiar su forma de actuar ni adecuarse a los nuevos tiempos.
Desde el final de la temporada pasada, la directiva sevillista sabe positivamente, y así lo tiene planificado, que su primer cometido consiste en deshacerse de los jugadores descartados por el técnico para, una vez establecidas las vacantes, realizar las contrataciones oportunas del nuevo plantel. Sin embargo, mes y medio después del establecimiento de este objetivo, apenas se han producido las salidas de Rekik y Rony Lopes, además de la colocación de algunos canteranos, lo cual no afecta a la primera plantilla. Cuando a principios de pretemporada se afirmaba que había un grave problema, pues Mendilibar trabajaba con cerca de 40 futbolistas, la realidad era que la mayor parte de los convocados sobrantes para el stage de Montecastillo eran canteranos, los cuales no suman dificultad a la ‘operación salida’.
En términos efectivos, la primera labor de Víctor Orta desde su llegada se ha circunscrito a tener que buscarle destino a aquellos que ya estaban cedidos la temporada pasada. Mes y medio después, solo uno ha abandonado la disciplina del Sevilla Fútbol Club, mientras que de los restantes se habla mucho de la inminencia de su salida, pero lo cierto es que ninguna ha fructificado. De hecho, hace ya casi dos semanas que Orta reconocía que la cesión de Óscar Rodríguez al Alavés estaba en la fase de acordar “los últimos flecos” y hasta ahora no se ha concretado dicha operación. Al parecer, la razón que motiva este retraso es que el club vitoriano estaría regateando la cantidad que debe asumir para la incorporación del futbolista, lo cual plantea una importante disyuntiva al club emisor, en este caso el Sevilla FC: ¿qué es preferible: hacer un esfuerzo económico para cerrar ya la operación o bien mantener el pulso aun a costa de perder tiempo y retrasar la incorporación de otros jugadores que refuercen su plantilla?
Esta es la disyuntiva que plantea la nueva realidad del fútbol motivada por el hecho de que el mercado esté abierto una vez iniciada la competición. Porque, al igual que la cesión de Óscar, las salidas de Augustinsson e Idrissi, sobre todo, llevan siendo motivo de negociación a punto de concluir desde hace semanas. Y qué decir del pase de Rafa Mir al Valencia, del que se viene hablando desde la concentración de Montecastillo.
Acelerar el cierre de las negociaciones y, por tanto, acompasar los tiempos de la confección de la plantilla a la competición se antoja como el principal reto que se encuentran hoy en día las direcciones deportivas de los clubes, como la del Sevilla Fútbol Club. Quien encuentre la fórmula ideal para hacerlo tendrá ventaja en la disputa nada menos que de nueve puntos en esta temporada. Sin embargo, quien no la encuentre se ve con el riesgo de tener que incorporar a prisa y corriendo a cualquier Dolberg o a cualquier Januzaj de la vida, con el riesgo que ello conlleva y que aquí conocemos bien. Eso sí, hubiera sido aprender de los errores cometidos.