Las semanas de descanso se parecen demasiado a las de pretemporada. Tanto, que en muchos casos se olvida la clasificación del Sevilla Fútbol Club y se piensa más en fichajes soñados y en posibles y temidos traspasos que en lo que está sucediendo y por suceder. Lean si no en esta Colina de Nervión acerca de los porteros que se van y que vienen, los defensas que suenan para mantener la seguridad de nuestra zaga, los mediocampistas con los que aspiramos a cubrir vacíos que no terminan de rellenarse, o los delanteros con los que soñamos garantizar el gol que a veces se nos resiste. Y entre todos los fichajes habidos y por haber, el regreso de Bryan Gil a casa. Y más, después de ese tan descarado y prometedor debut en la selección nacional.
Temblamos a la hora de escuchar el empecinamiento de Joan Laporta por el extremo barbateño, por las discusiones acerca de la cuantía de la cláusula y por la posibilidad de que se nos escape sin llegar a haberlo disfrutado. Casi como sucedió con Sergio Ramos en su día, aunque en este caso sí que nos alegrara la vida durante una temporada, por mucho que abominemos de él después de una huida que jamás se explicó bien.
Mientras escribo, recibo un mensaje de WhatsApp de un sevillista que se queja de que Julen Lopetegui no mire a la cantera. Está claro que el entrenador vasco no es Joaquín Caparrós, pero no lo es menos que las circunstancias y el nivel en el que se mueve el equipo en estos años no es el que tuvo con el competente entrenador utrerano. Cabe pensar si no es mirar por Bryan Gil el cederlo un año al Leganés y otro al Éibar para que se foguee en primera división, si hubiera sido mejor que le hubiera tocado el papel de Idrissi, el de jugar a ratos hasta que se soltara, si es que se llega a soltar tan rápido con muchos menos minutos de los que ha disfrutado en las cesiones. No tengo dudas de que a Lopetegui le encantaría contar ahora con Bryan en el equipo, pero las decisiones han de tomarse, se tuvieron que tomar, el verano pasado y no ahora. Y, claro, el problema, el temido problema que tenemos es el de que se nos escape de las manos por la forma en la que está montado el negocio del fútbol.
La explosión del extremo en Éibar, de la mano del competentísimo entrenador Mendilibar, no se olvide, ha sido increíble, inesperada en su extraordinaria dimensión. Puede ser que, como en el caso del defensa camero, estemos ante un futbolista que marque una época en su posición tanto por su capacidad como por su descaro y su mentalidad. Y lo que nos deberíamos preguntar también, más allá del caso de Bryan Gil, es el por qué no salen tantos jugadores de una cantera que siempre se ha cuidado. Y es más que probable que todo nos lleve a que el negocio del fútbol extiende sus tentáculos incluso en las categorías inferiores.
Que Bryan llegue a escaparse sería muy triste, como también lo fue que se marchara Sergio Ramos. Que Campaña triunfe en el Levante probablemente se debe no tanto a la falta de apoyos, sino a un cambio radical de conducta que asumió al salir y que lo recuperó para el fútbol. Que Luis Alberto se fuera fue cuestión de dinero, y que Ansu Fati hiciera las maletas, una artimaña legal que hace que las canteras del Madrid o del Barcelona tengan también a muchos de los mejores futbolistas de España y muchas veces del mundo también. Una cuestión más de abogados que de formadores.
Como aficionado, molesta que jugadores con el rendimiento de Rony Lopes u Oussama Idrissi, tantos millones despilfarrados, hayan ocupado el sitio de alguien de la casa, pero tampoco podemos estar muy seguros de que en ese lugar Bryan Gil hubiera desarrollado ya el fútbol que hoy tiene en sus botas. Criticamos la calidad de nuestra cantera o acusamos a los entrenadores, incluso a Monchi, que no la tienen en cuenta, envidiamos la categoría de futbolistas que salen de la cantera del Barça o del Madrid, pero se nos olvida que Pedri, como en su día Pedrito, es canario; que Ansu Fati nació en Guinea Bisáu pero se crio en Marinaleda; que Fede Valverde llegó al Castilla desde Uruguay, al igual que Vinícius Jr. se integró en la cantera madridista desde Brasil.
Los sevillistas tenemos las carnes abiertas ante la posibilidad de que un futbolista de la cantera que hace un fútbol tan de nuestro gusto, pura escuela sevillana, se nos marche. Ojalá no sea así y podamos gozar de sus regates y arrancadas vistiendo nuestra casaca. Aunque reconozcamos que, de seguir su progresión, que juegue en el Sevilla Fútbol Club será lo más parecido a una nueva cesión, en este caso autocesión. Pero esto que sucede y lamentamos, no es ni más ni menos que la consecuencia de cómo está montado el fútbol actual. Un negocio en el que, dicho sea de paso, ha generado la mayor época de gloria futbolística para el Sevilla Fútbol Club.