Tu periódico digital sobre el Sevilla Fútbol Club. Compartimos Afición

Vivir vale la pena

Semanas como esta, en las que el primer equipo del Sevilla Fútbol Club descansa y nos da un respiro, resultan más que necesarias para salir del día a día y tomar distancia y perspectiva de la trayectoria. Son fechas para prestar más atención, la que deberíamos tener siempre pero que en casa todavía no tenemos, al Sevilla FC Femenino o a los infantiles de la Liga Promesas. Por cierto, no se lo pierdan y busquen los vídeos, vaya golazos que marcaron las chicas en su 4-1 al Éibar, y qué orgullo de chavales que les endosaron cuatro chicharitos al Liverpool, quizás como promesa de otros tantos que ojalá vuelvan a meterles en el futuro, cuando ya las hormonas les hayan conformado sus barbas y los tatuadores el resto de sus cuerpos.

El pasado miércoles tuvimos la oportunidad de asistir a un acto que demuestra el crecimiento del club de nuestros amores. No fue una victoria histórica en los terrenos de juegos, sino otra bien diferente y aún más grandiosa: la entrega del Dorsal de Leyenda a Juan Carlos Unzué.

Como dijo el gran guardameta navarro, hay muchos futbolistas que merecerían en el plano estrictamente deportivo ese dorsal mucho más que él, a pesar de las grandes temporadas que nos dio. Sin embargo, y aunque cuando se anunció muchos pudiéramos llegar a pensar que se trataba de un acto de caridad hacia una persona desahuciada, víctima una enfermedad para la que no hay solución, lo que ha demostrado el Sevilla Fútbol Club con este homenaje es que nosotros, los sevillistas, somos también una gran familia que acoge y protege a los nuestros, que los nuestros somos todos aquellos que a lo largo de su historia hemos dado lo que hemos tenido, en el terreno de juego o en las gradas, por el escudo, y que el fútbol, cuando se le permite mostrar su faceta esencial y no la de negocio, nos puede ayudar a entender los grandes valores que nos ofrece la vida.

—Qué emoción he sentido escuchando la canción que le ha dedicado El Arrebato— confesé a mis amigos Jul y Gan.

—¿La cantaremos en el Sánchez Pizjuán? —preguntó Jul.

—¿Seremos capaces de encontrar un minuto del partido, algún momento especial, para entonarla? —respondió Gan al terminar de escucharla por enésima vez.

Quién sabe. Pero lo que si sabemos es que el homenaje a Juan Carlos Unzué no fue un acto de caridad. Ni siquiera un tributo futbolístico o deportivo. Fue un acto de justicia ante una persona que se ha crecido ante la adversidad y que nos ha dicho a todos que vivir vale la pena, una frase que debería ser un grito de atención para la sociedad, para luchar contra enfermedades como la ELA, para enfrentar los problemas psicológicos que nos asolan y que la pandemia ha visibilizado, aunque ya existieran desde mucho antes  de la misma, unos problemas que esta sociedad del bien estar, nada que ver con la que nos venden del bienestar, ha convertido en una pandemia de más larga duración de la que aún no ha finalizado.

Vivir vale la pena, y vale para los enfermos de enfermedades reconocidas y reconocibles como esas a las que aludimos en el párrafo anterior, pero también para las víctimas del odio y de la ambición de los gobernantes. Vivir vale la pena también en Ucrania, país en donde los ciudadanos apenas se pueden preguntar si es morir por una causa lo que verdaderamente vale la pena. Vivir debería también valer la pena en África, y en Los Pajaritos o en las Tres Mil.

Todos los aficionados del Sevilla Fútbol Club deberíamos comprar la bufanda que el club ha diseñado para colaborar en la lucha contra la ELA. Porque así contribuiríamos en la investigación por erradicar una enfermedad a la que quizás la tecnología de ARN mensajero utilizada en las vacunas contra la covid-19 le ayude a vislumbrar un futuro diferente. Pero también la bufanda nos ayudaría a todos nosotros. Bastaría con que de vez en cuando la abriéramos en nuestra casa, leyéramos la frase que contiene y reflexionáramos un poco sobre lo que significa. Desde un punto de vista personal, desde una óptica familiar, desde una visión colectiva de la vida.

Los actos, al igual que los libros, se piensan y se escriben con un propósito y luego corren el bendito riesgo de escaparse de nuestras manos, de quienes los organizamos o los escribimos. Esto es probablemente lo que le ha sucedido al Sevilla Fútbol Club, haciendo suya la idea de apoyar a alguien tan grande como el portero navarro, que, si bien es posible que en su día le faltasen centímetros para haberse convertido en un portero de talla mundial, hoy su figura se agiganta y es capaz de trascender fronteras. Qué grande el Sevilla al hacer suyo el sufrimiento y la lucha de uno de los nuestros. Por eso, Jul y Gan se sienten tan orgullosos de ser sevillistas. Por eso mismo, yo también. Vivir vale la pena, claro que sí. Mi vida, la tuya, la de todos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

¿Te gusta La Colina de Nervión? Apóyanos

A partir de solo 1€ puedes apoyar al único periódico que te informa solo y exclusivamente sobre el Sevilla FC. Tu apoyo contribuye a proteger nuestra independencia y nos permitirá poder seguir ofreciendo un periodismo de calidad y abierto para todos los lectores. Cada aportación, sea grande o pequeña, es muy valiosa para nuestro futuro e irá destinada directamente a los componentes de la redacción de La Colina de Nervión.

¡Lo último!

Mejora de contrato para Isaac Romero

Para sacar algo positivo de esta temporada, el club hispalense tiene que mirar a sus categorías más inferiores, es...

Antes de irte... mira esto:

Ads Blocker Image Powered by Code Help Pro

Bloqueador de anuncios detectado

Nuestro periódico vive principalmente de la publicidad y cada día podemos informarte gracias a los anuncios que se muestran. Sin embargo, parece que estás usando un bloqueador de anuncios. Por favor, permite que te mostremos anuncios o suscríbete a nuestro modo \"Sin publicidad\" por solo 0\'50€.