Se ha puesto el panorama bastante propicio para que a medio plazo -aunque ojalá que ese medio se cuanto más corto, mejor- el mapa accionarial del Sevilla Fútbol Club se transforme en algo gobernable y estable, lejos de las convulsiones en las que se encuentra actualmente. El hundimiento financiero en el que se encuentra el fondo de inversión 777 Partners, ‘los americanos’ en lenguaje sevillista, abre una puerta a la esperanza que se consolida teniendo en cuenta su predisposición a vender todas las participaciones accionariales con las que cuentan en el mundo del fútbol internacional.
De confirmarse dicha hipótesis, el alivio para el sevillismo tendría un doble significado. En primer lugar, porque supondría la eliminación de la propiedad de la entidad de un socio indeseado no sólo por sus intenciones, sino también por su demostrada incapacidad para gestionar clubes de fútbol. Basta sólo con preguntar a jugadores y aficionados del Standard de Lieja para saber qué tipo de gestores son ‘los americanos’. Y en segundo lugar, porque la salida a la venta de su paquete de acciones haría posible la entrada de nuevos actores sevillistas y la consiguiente aparición de una tercera vía de gestión alejada de los intereses de la familia Del Nido. No hay duda ninguna de que a día de hoy la única opción que tiene el Sevilla FC de volver a la calma accionarial es la aparición de una alternativa a la dicotomía Carrasco-Benavente, la cual supondría además el debilitamiento de las fuerzas del patriarca expresidente al quedar sin su gran socio.
Claro es que el paquete accionarial americano no va a salir a la venta por módico precio, pero no es menos cierto tampoco que la acuciante situación económica del fondo de inversión le obliga a desprenderse de su patrimonio en situación poco ventajosa y, por lo tanto, poco exigente. Ahí es pues donde se abre la puerta para que actores sevillistas como el empresario Antonio Lappí puedan pescar en río revuelto y acometer una inversión que hasta ahora parecía difícil de realizar. Lappí ya ha anunciado su pretensión de aspirar a la presidencia del Sevilla FC, del cual es actualmente accionista aunque con una presencia poco significativa como para alcanzar la cima de la representación, de ahí que a día de hoy aparezca como uno de los candidatos a negociar con el socio maldito para su salida definitiva del club.
Porque de lo que no hay ninguna duda es de que el Sevilla FC necesita una catarsis que ponga fin a la situación de inestabilidad en la que se encuentra. Y no sólo de inestabilidad institucional como la que se vive por culpa del acoso de Del Nido Benavente hacia quienes colocó al frente del club cuando hubo de ingresar en prisión, sino de inestabilidad de gestión, puesto que es difícil encontrar en el pasado reciente de la entidad un periodo en el que se concentren más actuaciones pésimas que este. El último ejemplo es la contratación en un puesto clave del departamento de la dirección deportiva de un ultra bético. Si en condiciones normales la ocurrencia de Víctor Orta es impresentable; en las actuales, en las que la directiva cuenta con una oposición implacable que aprovechará cualquier desliz para atizarle, es de una torpeza supina. Por ello, llama aún más la atención que el propio presidente, el bisoño Del Nido Carrasco, haya accedido a que se cometa semejante barbaridad.
Con todo ello, no se puede llegar a otra conclusión que a tomar conciencia de que el Sevilla FC está en la peor situación posible en la que se aúna la coexistencia de un nefasto gobierno y de una nefasta oposición; de ahí la importancia de la aparición de una tercera vía. Para la próxima temporada ya será imposible, así que váyase preparando el sevillismo para presenciar otro verano, y ya van tres, de barbaridades en la improvisación, que no planificación, de la plantilla para la campaña 24/25. Agárrense porque otra vez vienen curvas.