Opinión
Manual de cómo tirar un partido
Podría decirse que el partido del Sevilla Fútbol Club frente al Real Madrid en el Ramón Sánchez-Pizjuán ha sido un auténtico correlato de la temporada: un fantástico comienzo y un mediocre final. Y en medio, una plaga de lesiones y un arbitraje vergonzoso y decisivo a favor de quienes hay que pitar si uno quiere ser algo en ese mundo.
Expulsar a Camavinga, con roja directa incluso, en la lesión de Martial, pitar el penalti a Diego Carlos en el último minuto, hubiera sido lo normal si los que cometieron las faltas hubieran llevado otro escudo en el pecho. Pero este país es el que es, y no tanto por lo que se llevan los aprovechados, los vecinos de los que negociaron con las mascarillas, sino, y sobre todo, por la parsimonia, la dejadez de los demás.
En la grada, comentamos con Jul y Gan que el único problema que tenía el resultado con el que finalizó la primera parte era que se había producido demasiado pronto. Aunque Jul comentó que ya no estaba Valdano para bajar al vestuario del árbitro a ponerlo firme, luego comprobamos que ya no hace ni falta, que esa gente ha aprendido bien, pero que muy bien, a triunfar en este país. Y aquí se tiene éxito siendo un buen siervo. Aquí no se emprende, no se crea, no se sale de la nada con trabajo y esfuerzo, como ocurre en otros lugares. Aquí triunfan los buenos vasallos que sirven a los señores para que todo siga como es tradición.
Dicho esto, y dicho al principio, también hay que reconocer que el Sevilla Fútbol Club tiró el partido. Se lo tiraron y lo tiró. Ser sevillista no puede ser dar un cheque en blanco y rehuir de la crítica, y el equipo salió al terreno de juego en el segundo tiempo de una forma absolutamente diferente a como había estado durante la primera parte, en la que desarboló al líder liguero. Por un momento parecía falto de intensidad o asustado por lo que había conseguido hasta ese momento. Y el primer gol de los visitantes llegó demasiado pronto y el miedo se contagió a la grada, que no supo provocar que el Sevilla Fútbol Club se rebelase.
Aparecieron los complejos ancestrales. Volvimos a caer en eso que nos han dicho y que nos han hecho creer, que somos pobres, que no valemos, que solo en Madrid o en Barcelona se puede triunfar en cualquier sentido de la vida. El equipo no salió como debería haber salido. ¿Qué sucedió en el vestuario durante el descanso? ¿Qué se dijo? ¿Por qué los jugadores no salieron a hacer lo mismo que los había llevado hasta el éxito parcial del descanso? ¿Qué dijo el entrenador, qué hicieron los futbolistas, por mucho que el Real Madrid sacase su orgullo para no dejarse derrotar?
Sí, por supuesto. La expulsión de Camavinga lo hubiera cambiado todo. Pero si cuando estábamos once contra once obtuvimos dos goles de ventaja, por qué también once contra once nos metieron tres goles. Claro que hay que echarle la culpa al árbitro, como si no contásemos con eso a la hora de jugar contra el Real Madrid. Pero si culpar al árbitro nos va a servir para abandonar cualquier otro análisis sobre lo que sucedió anoche sobre el terreno de juego, mal vamos. Porque el equipo, no es que se echara para atrás, que Jul y Gan coinciden en que creen que no fue así, sino que, sin echarse para atrás, no se tuvo la intensidad que permite eso tan necesario y a la postre fundamental que es no perder los balones divididos. Y eso sin hablar de los numerosos resbalones de los futbolistas del Sevilla Fútbol Club. Que manda huevos que quienes no sepan cómo está el césped sean los dueños del terreno de juego.
Triste, muy triste la derrota ante el Real Madrid. Porque primero nos dieron el caramelo y luego nos lo quitaron. Porque el tema de los árbitros carece de solución y porque seguimos teniendo miedo. Nos pasó en la primera vuelta, nos sucedió en la eliminatoria de Copa del Rey frente al Barcelona… Y también nos sucedió a los que estábamos en la grada.
Y continuamos con lesionados, aunque da la sensación de que nadie quiere asumir que se rompa otro futbolista en los partidos locales y a la mínima que sucede algo se sustituye al jugador. En este momento ninguno de los tres sabemos lo que ha sucedido con Papu Gómez ni el alcance de las lesiones de Lamela o Acuña, además de la ya mencionada de Martial, pero da la sensación de que nos estamos perdiendo algo. Y ahora toca partido entre semana del Sevilla Fútbol Club frente a un Levante que estaba desahuciado y que se aferra a la liga con uñas y dientes. A ver qué sucede. Pero, por lo pronto, lo de anoche ha sido una derrota de manual. Cómo tirar un partido en 45 minutos. Ojalá que no sigan por ahí. Porque la segunda parte de la liga está siendo lamentable. Y lo sabes.
abril 18, 2022
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