El domingo trajo dos buenas noticias para el Sevilla Fútbol Club: la suspensión del partido contra el Atlético de Madrid y el fichaje de Sergio Ramos. Las ventajas del aplazamiento del partido son evidentes: en cualquier otro momento estaremos en mejores condiciones para competir. La DANA cometió un error puntual de predicción en cuanto al lugar y la hora, lo que no supone que la alerta y la predicción global fueran incorrectas.
La ciencia es probabilística y siempre incorpora un margen de error que es mayor cuanto más precisa es la predicción, en tiempo y espacio. Las alertas funcionan en base a un criterio de elección llamado maximin, que consiste en elegir de todos los escenarios posibles el menos malo o costoso. El aplazamiento de un partido de fútbol es mucho menos malo que los posibles costes en accidentes y bloqueos que se derivarían de otros escenarios posibles. Cualquier programa de investigación científica o cualquier plan de prevención y alerta temprana que no incluya al error como un aliado es ya en sí mismo un error conceptual fatal. Queda claro, pues, que lo de la DANA no fue un ardid malévolo del ya de por sí malévolo Medina Cantalejo para beneficiar al SFC, como algunas criaturitas conspiranoicas afirman en las redes sociales. Haro, el ingeniero de los «julios» del palo de Jordán, debería ofrecer un curso en línea sobre alfabetización científica a sus abonados.
La vuelta de Ramos es otro asunto mucho más controvertido que el aplazamiento… El otro día, mucho antes del fichaje, escuché un tema de Canelita que canta a dúo con Sergio Ramos, algo de flamenquito, en fin, nada del otro mundo, pero con soniquete y ritmo. Yo mismo he calificado muchas veces a Ramos de niñato, de hortera forrado en oro… y este tema musical podría haber corroborado estos improperios, pero no fue así. La audición iluminó el foco sobre mi inconsciente sesgo demosfóbico. Lo que provocaba mi rechazo visceral a las formas estéticas del defensa de Camas no era solo su aparente traición madridista, sino mi repugnancia instintiva a lo popular, más allá de mis gustos supuestamente sutiles.
A partir de esta revelación sanadora, mi opinión sobre el personaje Ramos, que no sobre el futbolista que era y sigue siendo maravilloso, cambió. Creo que hemos sido muy injustos con Sergio desde la mentira que nos coló sobre su salida de Del Nido Benavente y que en su momento seguramente era necesaria para compaginar la oportunidad de hacer caja y, a la vez, de mantener la moral y el orgullo del Sevilla Fútbol Club intactos. A los dos, Del Nido y Sergio, hay que estar agradecidos, porque sin el concurso de las mentiras de Del Nido y el sacrificio de la imagen de Ramos, el Sevilla heptacampeón no hubiera sido factible. El camero de oro, como Judas Iscariote, colaboró en el guion de la redención interpretando el papel del malo de la película. Y luego pasó lo que todos sabemos. El jugador que es hiperactivo en todo, por eso es tan fabuloso, no se calló ni una y devolvió los golpes.
Pero Sergio Ramos no cedió en su sevillismo nunca, sabía que había una causa mayor a la que debía servir incluso desde el oprobio y el descrédito entre su gente. Al final de la película, Sergio vuelve a casa para mayor gloria nuestra y redención de su casta. El cuatro del SFC ha sido el mejor defensa central del mundo. Todavía hoy, a los 37 años, puede seguir siendo uno de los mejores defensas de España. Jerarquía. Fuerza. Gen de la victoria. Caparrós y Navas (sentimiento puro del Sevilla Fútbol Club) lo custodian. Al final de la película, él, como Judas (hay abierta ya una propuesta de causa para la canonización del discípulo traidor como socio necesario de la redención), también heredará nuestra gloria. Es sangre de nuestra sangre.
PD. Lo digo ahora, mucho antes de que comience el torneo, ojo con este Sevilla Fútbol Club en la Champions.