Infantino tiene razón

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Comienza el Mundial de Catar y el presidente de la FIFA, Giovanni Infantino, se ha apresurado a criticar la doble moral de Occidente en cuestiones de derechos humanos. Jul y Gan no pueden estar más de acuerdo con el dirigente futbolero, aunque quizás los ligeros matices que les gustaría precisar a mis dos amigos hagan que lo que parece un acuerdo en las posturas, sea en realidad algo absolutamente opuesto en términos reales.

Hablar la semana antes del comienzo del torneo sobre derechos humanos y sociales, recordar a los más de seis mil muertos que ha causado la organización del campeonato del mundo, la construcción de sus estadios con emigrantes venidos de países empobrecidos como Filipinas y otros pueblos asiáticos, que ganaban sueldos miserables en condiciones precarias de seguridad, es algo bastante inmoral también. Pero el petróleo, esa oscura energía fósil que todo lo mancha y todo lo tapa, una vez más, ha salido victorioso una vez más, tanto en la COP27 de Egipto celebrada en estas últimas semanas como en el Mundial de Catar, que recién acaba de comenzar.

El fútbol se ha mercantilizado tanto, es tanto el dinero que mueve, que ya nadie de los que viven de ese circo osa enfrentarse a él, ir más allá de tibias declaraciones de futbolistas que no van a participar. Qué diferencia con otros tiempos en los que las fieras estaban bastante menos domadas y no había Ángel Cristo que les hiciera pasar por el aro. Sí, eran otros tiempos…

Corría el año 1978 y el Mundial iba a celebrarse en Argentina, un país sin petróleo en el que una dictadura militar cargaba de muertos el Río de la Plata y otros lagos y pantanos de la patria, un régimen sanguinario que llenaba las cárceles, los cementerios y los fondos marinos de presos políticos. Por aquel entonces, Johan Cruyff, la gran estrella holandesa, lideraba una selección que había sido subcampeona del mundo en Alemania 1974 y aspiraba a coronarse cuatro años después. Quizás lo hubieran conseguido con su concurso, pero Johan Cruyff no disputó el torneo, se negó a jugar en un país en el que no se respetaban los derechos humanos y no viajó con su selección. Aquella mítica naranja mecánica volvió a quedar subcampeona, cayendo derrotada por una Argentina que clasificó para las eliminatorias finales gracias a una abultada y sospechosa victoria frente a Perú, y perdió la segunda de las tres finales mundialistas en las que ha participado hasta ahora, y siempre con el mismo resultado. ¿Se imaginan a Messi, Cristiano, Mbappé haciendo en 2022 algo similar a lo que hizo Cruyff en 1978? No, ¿verdad? Pues eso.

Al igual que en la ruina los campesinos acaban echándose en brazos de sus amos para que les alimenten con las sobras, en el otro extremo pasa tres cuartos de lo mismo. Cuando el dinero que se mueve es tantísimo, esos esclavos que viven en jaulas de oro a los que llamamos futbolistas, una suerte de proletarios adinerados que viven escondidos en sus mansiones, ajenos a la sociedad que los mantiene a ellos y a sus señoritos (Infantino, Rubiales, etc, etc), se meten la lengua junto al bolsillo trasero de sus calzonas y se tatúan la boca. No es que no protesten, es que ni siquiera se lo plantean. Esto es lo que hay, en un deporte en el que decir lo que se piensa cuesta multas y partidos de suspensión y en el que tragar sapos se endulza con sueldos de mercenario.

Infantino tiene razón, Occidente juega con hipocresía a la doble moral de hacer la vista gorda y poner la mano, cuando si se hubiera querido evitar habría tenido que ser hace muchos años, impidiendo que se pudiera celebrar un torneo internacional en países donde no se respetan los derechos humanos y sociales, como tampoco el derecho a sentir, amar y vivir como uno desee. Ahora es muy fácil criticar, y esto va también por Jul y Gan y este que transcribe, porque es fácil hacerlo cuando ya nada se puede hacer para evitarlo. Mundial en Catar, Copa del Rey en Arabia Saudí y un rey (emérito) exiliado, vaya correlato del poder, en Emiratos Árabes. Y como suele pasar siempre, qué mejor expresión de lo que sucede que la coherencia con que se expresa un antiguo integrante de la plantilla de ese club de fútbol que abandonó su veneración por el Gran Poder para hacerse devoto de la Hermandad de la Sagrada Lanzada, criticando no sé qué de los derechos humanos y de los muertos, aunque admita que le hubiera encantado ir al Mundial y mirar hacia otro lado. La clavó (y no digo por la lanzada, que casi también).

Esto es lo que hay. Lo que no quita que en estos tiempos que corren, en los que se grita la palabra libertad mientras, por dinero, se la entierra y se la entrega a industrias y a energéticas de países tenebrosos en los que no se respetan los derechos humanos. ¿O será que aquí tampoco los respetamos y que el único derecho respetado es el derecho a la pasta del más astuto?

En estos tiempos que corren algunos recordamos a aquel excepcional futbolista y entrenador holandés que revolucionó el fútbol de los años 70 y nuevamente en los inicios del siglo XXI. Y también a ese genial Diego Armando Maradona que, en su fragilidad y con sus incoherencias, jamás dejó de estar del lado de los que siempre estuvo. No son tiempos estos para ellos. Hoy son los de los Infantinos, Rubiales y demás, personajes tan reconocibles en el mundo del fútbol, a alta escala y a menor escala también. Porque, ¿quién no los ve merodeando por Nervión?

1 COMENTARIO

  1. A sin el próximo mundial en Corea del Norte 😂😂😂 A.Huxley lo puso por 1920 en su novela ,yo como los Quataries no veo el mundial en las noticias que jugó un anfitrión de clase regional y al segundo gol de Ecuador se fueron del campo y la inauguración era totalmente política yo veo el Snooker con una gran final Allen vs Ding Infantino Dimisión que juegan los futbolista normal y lo veo bien como todos que quieran verlo para mí Infantino Dimisión

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