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Errando el tiro

En la vida cualquier objetivo o propósito es planteable y debe ser aceptado respetando la libertad de actuación que debe asistir a todo ciudadano, siempre y cuando no contravenga ninguna disposición legal. Ahora bien, cualquier operación debe ser ejecutada con las suficientes dosis de inteligencia para poder obtener más éxito que perjuicio. Trasladado esto al devenir concreto del Sevilla Fútbol Club, diríamos que todos aquellos que tienen como objetivo lograr un cambio en la Presidencia para colocar de nuevo a José María del Nido Benavente están en su pleno derecho de hacerlo. Eso sí, sería conveniente que en la ejecución de sus planes diferenciaran entre desgastar al Consejo de Administración y perjudicar a la entidad.

Casos como el de Orjan Nyland son un claro ejemplo de cómo en el afán por la crítica se equivoca el tiro y se perjudica a quien se supone que no se quiere perjudicar; pues se ha de presuponer que a quien el sector delnidista quiere desgastar es a la cúpula directiva sevillista y no al Sevilla Fútbol Club. La campaña que se orquestó en verano al conocerse el propósito de contratar al portero noruego fue tan acerada y virulenta que importó poco si en ese momento se arremetía contra el futbolista, contra el director deportivo Víctor Orta, contra la estabilidad de la plantilla o contra un futbolista que a fin de cuentas iba a defender los intereses del club al que todo sevillista dice amar. Todo estaba permitido con tal de poner en discusión la gestión del entonces presidente Pepe Castro, cuya incapacidad para regir los designios del club ofrecía numerosos argumentos sin tener que exagerar las cosas y utilizar otros que dañen a la propia entidad.

Entre otras cosas porque se corre el riesgo de que el futuro deje en evidencia los actos pasados, como de hecho está ocurriendo en la actualidad, obligando a que aquellos que denostaron al jugador hagan mutis por el foro. Con el paso de los meses, Nyland está poniendo de manifiesto que todas aquellas barbaridades que de él se dijeron no sólo no eran ciertas sino que en muchos casos ponían de manifiesto un extraordinario desconocimiento futbolístico por parte de quienes le criticaban, amparados tan sólo en un vídeo de 15 segundos que mostraba algunos de los errores cometidos durante su trayectoria. En el mundo actual de las redes sociales en el que la apariencia es mucho más importante que la esencia, cobra mucho más vigor una práctica tan antigua como el fútbol mismo, consistente en elaborar una recopilación de jugadas que lo mismo sirve para convertir en sucesor de Maradona al mayor de los tuercebotas que en hacer pasar por inútil al mayor de los genios del balompié. No hay que ser un dechado de inteligencia para saber que un buen editor de vídeos es hoy tan capaz de entronizar a un torpe como de hundir a un mago.

Un simple vídeo fue, por tanto, el único argumento para denostar al portero titular indiscutible de la selección de Noruega porque de esa forma se podía arremeter contra la política de fichajes del Sevilla Fútbol Club de Pepe Castro. Se estaba entonces en la misma tesitura que cuando se fichó a Yassine Bono, sólo que en aquella ocasión aún no era momento para emprender la batalla contra el entonces presidente. No hay más que recordar que el portero marroquí llegó cedido desde Gerona en septiembre del 19 sin tener consolidada su titularidad en un equipo que entonces había descendido a Segunda división con él en la portería. A nadie se le ocurrió entonces poner el grieto en el cielo por el hecho de haber firmado a un portero que había descendido la temporada anterior, que llegaba por ‘dos pringás’ con una cesión con opción de compra y que, para colmo, a punto estuvo de eliminarnos de la UEFA con aquel recordado error ante el Cluj que, por fortuna, terminó en gol anulado. Lo que vino después en la extraordinaria trayectoria de Bono no hace falta mencionarlo otra vez.

Tres años después, por tanto, nos encontramos con una situación muy parecida en la que un portero desconocido para la inmensa mayoría de la afición, y en este caso denostado incluso antes de enfundarse nuestra camiseta, empieza a demostrar a sus virtudes. Hasta ahora se decía de Nyland que no era mal portero, que había dado confianza a la defensa, que no cometía las pifias que sí firma Dmitrovic, pero que no había dado puntos como sí hacía Bono. Hoy hay ya que cambiar la frase. El Sevilla Fútbol Club ya ha sumado un punto gracias a Nyland, y a día de hoy nadie sabe si puede ser el punto decisivo que permita no caer en el desastre.

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