Una vez demostrada la importancia del ‘factor K’, cuya maligna influencia no va a desaparecer hasta que Rekik no se decida a cambiar el nombre de su camiseta por el de Karim, por ejemplo; es conveniente plantearse la relevancia cualitativa de algunos elementos numéricos que conforman el halo del Sevilla Fútbol Club, con predominio absoluto del guarismo 3.
Obviamente, y en primer lugar, porque es la cantidad de puntos que debe añadir en su casillero de la clasificación liguera en cada partido que dispute, pues de lo contrario será imposible ascender hasta sus puestos más altos. En segundo lugar, porque son tres los partidos que faltan por jugar hasta que llegue el punto de inflexión marcado esta temporada en el calendario en forma de interrupción de la competición para la disputa del Mundial de Qatar. Los compromisos ante Rayo Vallecano y Real Sociedad en el estadio de Nervión y el partido a disputar en el campo de Heliópolis adquieren una enorme trascendencia para llegar al paréntesis liguero en condiciones propicias para afrontar el despegue definitivo.
Y en tercer, y último lugar, porque el guarismo 3 aparece en las circunstancias que pueden fácilmente producirse durante ese periodo de tiempo sin competición para favorecer la trayectoria posterior del equipo. La primera de esas circunstancias es la posibilidad que se la abre a Jorge Sampaoli de hacer una minipretemporada con la mayoría de sus futbolistas al objeto de que vayan acomodándose a su patrón de juego, con especial incidencia en la pareja de centrales. El tándem Marcao-Nianzou tendrá una oportunidad inigualable para ir engrasando sus complicidades y su conocimiento mutuo, de manera que el conjunto recupere la solidez defensiva sobre la cual construir el resto del armazón colectivo. Asimismo, y a pesar de que una decena de futbolistas del Sevilla Fútbol Club podrían ir a participar en el invento catarí, casi dos tercios de la plantilla continuará a disposición del entrenador para llevar a cabo la sucesión de entrenamientos que hasta ahora ha sido imposible realizar, con la importancia que ello tiene para mejorar el juego del equipo.
Al salto cualitativo que ha de producirse en la estructura defensiva con el ensamblaje de la pareja Marcao-Nianzou, debe unirse la recuperación física de Fernando y su posterior conexión con el mencionado dúo de centrales para formar ese trío virtuoso sobre el que en el pasado reciente se cimentaron buena parte de los éxitos del Sevilla Fútbol Club, entre ellos el de hacer de Bono el portero menos goleado de la liga española.
Por último, y como tercer hecho relevante que hemos de esperar los aficionados del Sevilla Fútbol Club que se produzca en el invierno, nos encontramos con el aprovechamiento de la apertura del mercado de fichajes, lo cual merece también una reflexión debido al cúmulo de circunstancias que confluyen en este ejercicio. Impone la lógica que el cambio de entrenador debe llevar aparejado algún retoque en la plantilla para dar salida a jugadores que no cuadran con el ‘estilo Sampaoli’ y permitir la entrada en igual número de futbolistas que sean de su agrado.
Si unir ambos hechos resulta siempre complicado, más lo es cuando debe hacerse en un momento en que todos los equipos son reacios a desprenderse de sus mejores hombres y, por lo tanto, debe uno elegir entre el personal que no ha contado con minutos de competición, con lo que ello supone de falta de forma física y ritmo competitivo. El mercado de invierno es un mercado extraordinariamente limitado que ofrece alguna que otra oportunidad, pero no sirve para llevar a cabo la reforma de plantilla que el Sevilla Fútbol Club necesita para contentar mínimamente a su nuevo entrenador.
No obstante, también a este hecho la realidad ofrece una solución. Las competiciones sudamericanas, y sobre todo la brasileña, finalizarán el mes próximo, noviembre, abriendo así un mayor campo de posibilidades para negociar con los clubes involucrados y poder abordar los fichajes en un escenario del que, además, Sampaoli es buen conocedor. Los futuros incorporados tendrían asimismo la posibilidad de disfrutar de esa minipretemporada invernal para acoplarse a su nuevo destino.
La concatenación de estas tres circunstancias debe llevarnos a la reanudación de la competición liguera en la encrucijada del nuevo año, donde figura otro guarismo que en ese caso no será 3 sino 5: el número de partidos que falten por completar en la primera vuelta del campeonato con rivales como Celta, Getafe, Girona, Cádiz y Elche, en principio y en teoría propicios para sumar un buen puñado de victorias.
No se trata con todo esto de reeditar el cuento de la lechera, pues aquí el cántaro sevillista de leche ya está roto. De lo que se trata es de prever la realidad que se cierne inmediata sobre nosotros para albergar la esperanza de enderezar la temporada del Sevilla Fútbol Club que nació torcida, puesto que son muchas las circunstancias que se pueden aprovechar. El espíritu del ‘Nunca se rinde’ se fortalece si además hay motivos para ello.