Adiós con Mendilibar

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La derrota con la que se ha cerrado la temporada en San Sebastián no ha servido más que para empañar un poco las estadísticas de la trayectoria de Mendilibar al frente del banquillo del Sevilla Fútbol Club, aunque su trascendencia va mucho más allá de los fríos números. A Mendi no hay que valorarle las cifras. La importancia de su trabajo es mucho más cualitativa que cuantitativa por mucho que en el deporte, y sobre todo en el fútbol, lo único que realmente importa sean los resultados.

Se plantea en algunos foros de aficionados qué podría haber ocurrido si el técnico vasco hubiera llegado antes al Sánchez-Pizjuán, presentándose así un ejercicio irresoluble en sí mismo que da pie a todo tipo de especulaciones, aunque lo más probable es que no habría sucedido nada muy distinto a lo que en la realidad ha acontecido, puesto que los objetivos del Sevilla Fútbol Club han sido siempre los mismos y los elementos disponibles también. Para que la trayectoria sevillista de esta temporada hubiera sido distinta, habría sido preciso mucho más que un simple cambio de entrenador, ya que las causas por las cuales la campaña liguera ha sido un desastre están no sólo en la figura del técnico, por mucho que la relevancia de Mendilibar sea extraordinaria.

Ahora, que volvemos a la rampa de salida para afrontar la campaña venidera, comprobaremos si en las oficinas del Sánchez-Pizjuán se ha aprendido algo de los errores cometidos en el pasado verano, empezando por algo tan esencial como la confección de la plantilla del Sevilla Fútbol Club. Uno de los aspectos más llamativos del estío de 2022 fue el retraso con el que llegaban las incorporaciones.

Cuando se inició el trabajo de pretemporada, desde el entrenador hasta el último aficionado sabían que el plantel definitivo no iba a ser ni la mitad del que se presentó a hacer las primeras pruebas médicas con el Sevilla Fútbol Club, con lo que ello supone de desestabilización en la mentalidad de los futbolistas, como quedó patente en los partidos de agosto en los que apenas se sumó un punto ante rivales como Osasuna, Valladolid y Almería. Las prisas que vinieron al final supusieron las incorporaciones fallidas de Januzaj y Dolberg y la rocambolesca historia en torno a Lucas Ocampos. La causa de ello fue que Monchi había quebrado un método de trabajo que habitualmente daba buen resultado: tener confeccionado el grueso de la plantilla al principio del verano y dejar para el final sólo las oportunidades verdaderamente relevantes que ofrece el mercado, que generalmente no son muchas.

A esto probablemente se refería Mendi cuando, al ser interpelado recientemente por la oferta de renovación que le ha planteado la entidad, alegaba que el club debe hacer muchas cosas bien para poder exigir metas como la clasificación para la Liga de Campeones. Mendilibar conoce ya sobradamente la plantilla con la que ha contado este año en el Sevilla Fútbol Club y sabe perfectamente las carencias que tiene. De ahí que esté planteando la necesidad de hacer una cierta revolución que permita soltar lastre con jugadores prescindibles y acertar con las incorporaciones idóneas para su estilo de juego, absolutamente alejado del que imperaba cuando hace un año se diseñaba la plantilla para la temporada recién finalizada. Si se consuman las incorporaciones de Pedrosa y Gattoni y la adquisición de Badé, serían buenas señales de que, en efecto, la lección parece bien aprendida y no se dilatará en el tiempo la profunda renovación que se precisa.

Suele ser Monchi un director deportivo propenso a contentar a su entrenador, aún a riesgo de acometer operaciones tan dudosas como la de Isco. Sin embargo, en este caso, se hace más oportuno que nunca escuchar las peticiones del técnico del Sevilla Fútbol Club en cuanto a perfiles de jugadores más que a nombres concretos. Las señas de identidad del fútbol de Mendilibar son muy específicas, teniéndose en cuenta además que la obligación de jugar tres competiciones obliga a disponer de una plantilla muy equilibrada, algo de lo que se carece en la actualidad. En principio, no parece que Mendilibar vaya a tener caprichos caros, pues su trayectoria no ha sido propicia para que se encapriche de futbolistas de relumbrón, por lo que es probable que Monchi vaya a disponer de mayor libertad para diseñar las operaciones veraniegas.

Lo que sí parece claro es que los aficionados del Sevilla Fútbol Club podemos decir adiós a la temporada con la esperanza de que no se vuelvan a repetir errores y con la confianza que ofrecen un excelente director deportivo y un magnífico entrenador, quienes salvo sorpresa mayúscula por todos indeseada seguirán formando binomio en Nervión. La séptima ha obrado el milagro de arreglar desaguisados pretéritos. Esperemos que también suponga la vuelta a la normalidad sevillista.

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