Otro manicomio en Nervión

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Ser exigente hasta la rigidez que se dice prusiana no es lo mismo que ser un pesimista que roza lo depresivo. El maravilloso partido del Sevilla Fútbol Club en Atenas vino emparedado entre dos encuentros horribles con Valencia y Alavés. Pero esa combinación desalentadora no puede justificar la ola de pesimismo que se irradia desde las redes sociales. Hay que tener mucho cuidado con las metáforas y no menospreciar nunca su enorme poder de evocación. Lo mismo te catapultan, porque en una simple imagen sintetiza un enorme mensaje, que te atrapan encadenándote en los barrotes semióticos.

¿Recuerda la estupenda imagen del manicomio de Nervión que nos dio alas para conquistar la séptima? Pues ahora da la impresión de que seguimos en el manicomio, pero no en la fase eufórica de la colina, sino en la meseta maníaco-depresiva. Al fin y al cabo, tan desequilibrado está el eufórico como el depresivo, pero hay una diferencia entre el enfoque psicológico individual: mientras que la euforia colectiva nos conduce a la plata, la depresión nos puede conducir hacia otra metáfora: el infierno de Nervión de la temporada pasada hasta que llegó Mendi al Sevilla Fútbol Club.

Algo de cierto hay en esta dependencia de las metáforas que habrá que aceptar como un precio ineludible que debemos pagar por este tipo de capital simbólico, tan extremo, del sevillismo que nos caracteriza y nos hace grandes. Pero hay otro factor externo a la afición del Sevilla Fútbol Club de base que explica este sentimiento pesimista: la inestabilidad institucional deliberadamente inducida. No nos han dejado ni una semana de gozo tras «las luces de Hungría», y nuestro hermano del alma, Monchi, montaba un culebrón tan mal llevado y explicado como misteriosamente resuelto con su espantada final, para descansar y meditar en esa localidad de la costa gaditana que se llama Birmingham. Luego, llegó la esperpéntica Junta de Accionistas de julio que solo decidió que no decidía, de momento, nada.

Y todo este paisaje, animado por una legión de trolls y depresivos tan predecibles que parecen trolls, reforzando la selección negativa de la información negativa de la neurosis depresiva. El manicomio completo y las puertas del infierno abriéndose con celeridad. Así llegamos a una superfinal de Europa contra el Manchester City como si nos estuviéramos jugando el trofeo de consolación del Colombino. Toca volver a la realidad sin perder la alegría, que no es igual que la euforia, y ver las lecciones que nos ofrecen estos tres primeros partidos oficiales del Sevilla Fútbol Club.

Para ello voy a tirar de mi Maldini particular, Juanmi, que además de sentir en rojo y blanco, sabe mucho de fútbol. Según Juanmi, que fue juvenil de la cantera del Granada CF y es antropólogo, hay dos enseñanzas que sacar: Primera, el Sevilla solo gana cuando juega como el Valencia o el Alavés; a la contra y haciendo un juego directo y muy intenso. Así casi se le gana al Manchester City y de esta forma llegó la séptima. Si quieres jugar como un equipo sobrado, te moja las orejas un Alavés cualquiera de la vida. Segundo, Rafa Mir es un delantero con números muy notables, ratio por minuto jugado, tiene una buena conducción del balón y un remate con pies y cabeza más que aceptable. Rafa Mir tiene que jugar siempre en este Sevilla Fútbol Club. ¡Un poco de procrastinación no nos vendrá mal!

 

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