Siempre he sido muy partidario de los motes. Demuestran sagacidad e inteligencia en la persona que los pone, entresacando lo más característico del personaje a calificar y, en el mejor de los casos, dando en el clavo. En el caso del deporte, me viene rápidamente a la cabeza el periodista Andrés Montes, ¿se acuerdan? No había jugador de baloncesto que no tuviera su mote. Qué originalidad, qué gracia, qué buen hacer en pos del sano entretenimiento…
En el caso del fútbol, me remonto a mi ídolo Iribar, llamado “El Chopo” por su altura y lo espigado de su cuerpo. Y sin salir del Athletic, su actual entrenador, Valverde, rebautizado como “Txingurri” (hormiga, en euskera) por lo bajito que era y lo rápido que se movía en todas direcciones. El mote, por cierto, se lo puso su por entonces entrenador Javier Clemente, también conocido como “El Rubio de Barakaldo”…
Que levante la mano quien no sepa de qué jugador hablamos cuando decimos “Zapatones”, “La Saeta Rubia”, “El Guaje”, “El Chapi”, “El Pelusa”, “El Flaco”, “La galerna del Cantábrico”, “El Messias” y el disputado y contundente “Dios”.
Tampoco en el Sevilla Fútbol Club nos libramos de esta costumbre y muchos son los jugadores de nuestro equipo que son recordados tanto por sus glorias vestidos de corto como por sus motes. Les animo a compartir sus favoritos en los comentarios de este artículo. A ver hasta dónde llegamos…
Por todo ello, me pareció de un bajísimo nivel futbolero y, por extensión, cultural, que unos energúmenos analfabetos llamaran “Mono” a Acuña el pasado fin de semana en Getafe. A nada que hagamos un poquito de memoria, el apodo de “Mono” ya lo vistió durante muchísimos años el que fuera portero de fútbol y posteriormente segundo entrenador del Cholo Simeone en el Atlético de Madrid, Germán Burgos, con quien coincidí no una ni dos veces en la barra del bar de un avión que nos traía de Buenos Aires a Madrid hace ya más de veinte años (que veinte años no es nada, según Gardel).
En su caso, el mote le venía por su manera de moverse bajo los palos. No así a Vinicius, que también se le llama “Mono” y alguien lo achaca, él el primero, al color de su piel. Por esa regla de tres, habría varios monos en la alineación titular del Real Madrid, y no es el caso. Vinicius es un mono, no nos engañemos, porque aún no ha dado el paso decisivo en el proceso de la evolución establecido por Darwin para llegar a alcanzar la categoría de ser racional. Y es algo que demuestra y se gana a pulso en cada partido.
Así que, descartado el calificativo de “Mono” para referirnos a Acuña, por la manera que tiene de encarar la banda izquierda le pegaría mucho más el mote de “Búfalo”, pero este ya lo tiene cogido el jugador del Athletic Villalibre, que lo mismo te mete un gol entrando en tromba al área testa por delante que te interpreta un sentido solo de trompeta. “Tanque” o “Tornado” también podrían valerle al impulsivo y bueno de Marcos.
Y sin salir de Getafe, llamarle “Gitano” a Quique Flores desplazando el mote a la categoría de insulto, nos parece absolutamente desacertado. ¿Cómo no va a ser gitano el sobrino de Lola Flores (de mote “La Faraona”) y, por extensión, primo de Lolita, Rosario y Antonio? ¿En qué cabeza cabe que alguien pueda pensar que insulta a nuestro entrenador llamándole “gitano”? En su caso, lo de gitano no es ni siquiera un mote, es una medalla que, estoy convencido, luce con absoluto orgullo. Y a mucha honra, claro que sí. Igualito que los getafenses, que a lo más que llegan es a presumir de un payo de nombre Alfonso Pérez…
Y como aquí tenemos por costumbre introducir alguna cuña publicitaria cultural, hablando de motes, y para terminar, no puedo por menos que recomendarles encarecidamente la lectura de “Yonkis y gitanos”, un librito firmado por el gran José Lobo (síganlo en X, antigua Twitter, en @lobo41015), editado por Libros del K.O. y en donde habla, sin tapujos y con un humor apabullante, de lo que más nos importa: el Sevilla Fútbol Club.