Lo que no debe cambiar en el Sevilla, según San Ignacio

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Las cosa siguen sin estar clara en el Sevilla Fútbol Club. Los resultados siguen sin ser buenos. La inercia de no ganar, o de mal ganar, viene desde la temporada pasada. El arrastre es lento y agónico. El malestar, papable. Y en esta situación recordaba la conocida quinta regla de los ejercicios espirituales de San Ignacio:

«En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación, o en la determinación en que estaba en la antecedente consolación. Porque, así como en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu, así en la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar».

Las pasiones asociadas a la tristeza y la angustia son malas consejeras y un vía segura al fracaso, nos dice el primer jesuita. Porque San Ignacio de Loyola, a diferencia de un Marx que él mismo dijo que no era marxista, sí fue jesuita. Hay que ver cómo es la historia, luego, ha habido miles de jesuitas que sí han sido marxistas.    

¿Y cuál era la determinación en que estábamos en el Sevilla Fútbol Club antes de la desolación actual? Un proyecto que comenzó a principio de este siglo y que nos ha proporcionado siete títulos europeos, dos Copas del Rey y múltiples clasificaciones en competiciones continentales. Un modelo de club que ha sido la envidia de medio mundo futbolístico. Una fábrica de mundialistas legendarios en la carretera de Utrera. Un estilo de gestión económica (fabrico – compro – vendo y vuelta a empezar) copiado por las mejores Escuelas de Negocios deportivas. Un himno como no hay otro igual. Y una afición cernudiana y sabia hasta el refinamiento (sevillanos ‘finos y fríos’ que decía Unamuno), fiel hasta más allá de la muerte. Y el Sánchez-Pizjuán…. nuestra Jerusalén (que algún alemán estúpido y borracho quiso denigrar con una pantomima sin saber que somos maestros en convertir los insultos en glosas)

Todo esto ha sido construido sobre los hombros de cien años de historia y en medio de una ciudad del sur con una tasa de paro y pobreza de las mayores de Europa. Y en el seno de una España futbolística tan corrupta como injusta. No por casualidad, el Sevilla Fútbol Club tuvo que salir fuera de la península para conseguir tanto. Nunca tan pobres consiguieron resultados tan ricos. Esta es nuestra determinación. Lo demás (entrenador, jugadores, presidentes) son pasajeros, como la turbación. Esa es nuestra determinación. Que la desolación no la arrase, nos dice San Ignacio.

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