Ángel tiene baraka

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Ayer empatamos en San Mamés, el martes ganamos. Ven cómo hay que confiar… es el Sevilla Fútbol Club, amigos y amigas, aunque los tristes y los oportunistas pronostiquen siempre lo peor. Pero yo hoy quiero contarles una auténtica conversión a la fe sevillista. Les cuento.

Ángel es un amigo mío catalán, muy catalán (al modo en que Rajoy era español, mucho español) que por azares del destino del amor llegó a Sevilla. Ángel era Catedrático de la Universidad de Girona y ahora lo es de la de Córdoba. Ángel era tibiamente aficionado del Español, nació en Barcelona, pero aconteció lo importante. Les detallo.

Muchos lunes me encontraba con Ángel en la estación de Santa Justa, yo iba para la Universidad de Jaén y él para la de Córdoba. Eran sobre las seis y pico de la mañana y tenía fresco todavía en la memoria el Sevilla Fútbol Club del fin de semana y hablábamos. Sin darme cuenta, parece que yo transmitía mi delirio sevillista. Así empezó a acercarse a Nervión. Llegó a mudarse a un piso muy cerca del estadio y ahí empezó su mente empirista a comprobar cómo mis enloquecidas hipótesis se confirmaban.

La conversión de Ángel fue la historia clásica de conversión del sabio, la que cuentan de Pablo de Tarso o de Agustín de Hipona o de Chesterton. Gentes a las que la luz de la razón les ilumina el esplendor de la fe. Ángel me lo confirmó una fría mañana de febrero: había abrazado la fe sevillista. Ángel fue a su primer partido del Sevilla Fútbol Club en el Sánchez-Pizjuán el pasado martes, contra el Valladolid. Su estado de ánimo era una mezcla primitiva de la alegría desbordante de los himnos del Cantar de los Cantares y del temor de la parábola de las vírgenes prudentes: «¿Seré gafe?», me preguntaba Ángel. «No», le dije, «tú tienes baraka…». La baraka es una mezcla heterodoxa entre la gracia y la suerte.

Posiblemente, Ángel fuera sevillista antes de saberlo (hay más de uno o una así). Lo cierto es que los temores de Ángel no se confirmaron y el equipo sin Marcao, Saúl, Isaac y Lokonga fue a San Mamés, empató y pudo haber ganado. García Pimienta acertó con el esquema táctico, le dio un baño al magnífico Valverde. Seguimos con el proyecto en construcción. Por cierto, qué maravilla Ejuke; este es otro con baraka… ¿Quién dijo que era un jugador de mentira? La plantilla del Sevilla Fútbol Club está enchufada, hasta Nianzou le echó coraje (otro mérito de García Pimienta) y el sevillismo con la baraka de Ángel no les digo. Ahora vienen las criaturitas, a por ellos… no olvidemos que contra esos juega hasta el escudo.

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