“Todos los departamentos del club funcionan como un reloj”, se atrevió a decir el presidente del Sevilla Fútbol Club, José María del Nido Carrasco, cierto día en el que volvió a perder una excelente ocasión de callarse. Por poner solo un ejemplo, si todos los departamentos del club funcionan como el de Comunicación, entonces se entenderían muchas cosas de por qué la entidad atraviesa una de sus peores etapas de la historia.
La inutilidad del departamento de Comunicación o de quienes sean que asesoren al presidente del Sevilla Fútbol Club se ha puesto de manifiesto en su manera más evidente con el reciente anuncio de la renovación de García Pimienta. Un hecho que ha recibido la crítica unánime de los medios de comunicación, de los aficionados y de cualquiera que se ha asomado a la actualidad sevillista. Hay que ser muy torpe para que algo que, objetivamente, debe otorgar confianza y serenidad a una institución futbolística, por cuanto supone un elemento de estabilidad al descartar vaivenes inmediatos en el apartado esencial de la entidad, sea sin embargo interpretado por el público como un movimiento alocado y caprichoso.
Absolutamente nadie se ha creído la explicación oficial de que la renovación del entrenador tiene como propósito mandar a la plantilla del Sevilla Fútbol Club un mensaje de confianza plena con independencia de los avatares que depare la pelotita en su caprichoso, aunque no tanto, deambular sobre el terreno de juego.
Aquellos a quienes se les ocurrió que era buena idea renovar ahora a García Pimienta y, sobre todo, quienes tuvieron la brillante ocurrencia de anunciarlo en el vestuario tras una victoria agónica y, aún más, publicarlo en todos los medios de comunicación oficiales del Sevilla Fútbol Club deberían estar todavía, una semana después, escondidos bajo la cama al ver la reacción que ha suscitado su alumbramiento.
En cualquier caso, el rechazo unánime no viene motivado tanto por el hecho en sí como por su protagonista, ya que, por defecto, cualquier movimiento que se le ocurra a Del Nido Carrasco va a ser siempre desconsiderado por todo aquel que lo observe dado el nivel deplorable en el que se encuentran su imagen y su credibilidad. De hecho, perdió todo crédito incluso antes de acceder a la Presidencia. A saber quién fue el lumbreras al que se le ocurrió que era conveniente que, durante el final de mandato del achicharrado Pepe Castro, saliera en todos los vídeos del Sevilla Fútbol Club chocando las manos con los futbolistas y compartiera protagonismo con alguien cuyo crédito estaba cayendo en picado. El resultado final, como no podía ser de otra forma, es que Castro se fue al averno y Carrasco cayó con él. ¿Quién lo iba a sospechar?
El silogismo es tan evidente que el club lo está sufriendo ahora en sus propias carnes. ¿Por qué ninguna empresa quiere actualmente aparecer como patrocinador principal del Sevilla FC? Pues por la sencilla razón de que la marca Sevilla Fútbol Club está hoy en día desprestigiada por culpa, no sólo de su guerra accionarial, sino también por la deplorable imagen de su presidente, el cual se está convirtiendo en un lastre para la entidad, ya que nadie quiere aparecer en las fotos junto a alguien denostado unánimemente por su propia afición.
Ni ganando siete Champions va a dejar José María del Nido Carrasco de ser considerado como el peor presidente de la historia del Sevilla FC, por la sencilla razón de que ninguno de sus antecesores accedió a la presidencia con el déficit de credibilidad que lo ha hecho él.
Cuando el presidente no es tenido en cuenta en ninguna instancia, es inevitable que la entidad a la que representa tampoco lo sea; lo cual se pone de manifiesto en todos los ámbitos de la actividad en cuestión, por mucho que Del Nido Carrasco presuma de rebeldía, como hizo recientemente en el World Football Summit, por haber desairado públicamente al FC Barcelona o al Real Madrid. Gestos así sólo han servido para perjudicar a la entidad, o ¿acaso ha necesitado Florentino Pérez actuar en público para mangonear el fútbol español? El único resultado inmediato que ha tenido el desaire público al FC Barcelona ha sido su negativa a hacer tratos con el Sevilla Fútbol Club, por ejemplo, en la cesión de Ansu Fati, sin ir más lejos.
La realidad es que en los foros importantes, como son la Federación, LaLiga o la UEFA, el actual presidente del Sevilla Fútbol Club es tratado como un ‘don nadie’. Creer que eso no supone un lastre para la entidad es tan necio como las ocurrencias que nacen de la planta noble del Sánchez-Pizjuán desde hace un tiempo.