Supermafia

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El estadio Ramón Sánchez-Pizjuán y el de San Mamés han sido escenario este domingo pasado de las protestas de las aficiones del Sevilla Fútbol Club y del Athletic de Bilbao por el denominado ‘caso Negreira’, que no es más que la punta del iceberg de la generalizada corrupción promovida por el FC Barcelona y el Real Madrid en la competición futbolística española. El último episodio conocido lleva la firma del exárbitro Eduardo Iturralde González, de infausto recuerdo para el sevillismo ya que fue quien privó al Sevilla FC de competir hasta el último segundo por el título de Liga en la temporada 2006/07 al escamotearle un penalti en la penúltima jornada en Mallorca.

El tal Iturralde, hoy comentarista radiofónico, ha desvelado ahora las presiones que tuvo que sufrir por parte de El Padrino Florentino para que el Real Ladrón Madrid fuera beneficiado por sus actuaciones. Llama la atención que esta confesión se produzca décadas después y que, aunque asegura que puso los hechos en conocimiento del Comité Técnico de Árbitros (CTA), no lo consignara en el acta del partido en cuestión, como suelen hacer todos los colegiados ante los hechos que consideran merecedores de sanción.

La protesta que se dio el domingo en el Sánchez-Pizjuán y en San Mamés mediante el lanzamiento de falsos billetes con los rostros de Enríquez Negreira, de Joan Laporta y de Luis Rubiales debió tener un cuarto modelo con la cara de El Padrino Florentino, cuya contribución al mafioso tinglado del fútbol patrio va camino de ser equiparable a la de Francisco Franco y Santiago Bernabéu. A fin de cuentas, el ‘caso Negreira’ no es más que la opción económica de lo que ha sido práctica habitual por parte de la maquinaria madridista, cuya extorsión y amenaza a los árbitros con menoscabar su carrera e incluso someterlos al escarnio público de una portada ofensiva en la prensa madrileño-madridista ha sido exitosa durante décadas. Enfrente, el colectivo arbitral ha sido en su inmensa mayoría cómplice, y cuando menos connivente, con semejantes prácticas ya que ninguno de sus miembros ha tenido la decencia y valentía suficientes como para denunciar pública y oficialmente tales prácticas. Todo lo más, como hace ahora el tal Iturralde, lo exponen décadas después y cuando sus efectos no son ya más que de imagen.

De lo conocido hasta ahora del ‘caso Negreira’ sabemos que el ex vicepresidente del CTA cobraba elevadas sumas de dinero del FC Barcelona, que su hijo agasajaba a los árbitros a su llegada a la ciudad y los trasladaba al campo nuevo, y, sobre todo, que Negreira influía en los informes de las actuaciones arbitrales, que sirven entre otras cosas para conceder a un colegiado la categoría de internacional; de tal manera que su intención era influir en que el arbitraje fuera favorable a los intereses blaugranas. En definitiva, el FC Barcelona pagaba para conseguir lo que el Real Ladrón Madrid ha hecho durante toda la vida por otros procedimientos sin gastarse ni un euro ni una peseta.

No obstante, del ‘caso Negreira’ aún queda un aspecto importante por conocer. Siguiendo la pista del dinero, la investigación policial tiene ya constatado que el ex vicepresidente del CTA cobraba del FC Barcelona y que sacaba del banco semanalmente grandes sumas de dinero en metálico. Cuando se sepa el destino de esas cantidades, se podrá constatar fehacientemente si es verdad el argumento de Joan Laporta de que su club nunca ha comprado a ningún árbitro. Hasta ahora, semejante afirmación tiene serios visos de duda.

En cualquier caso, los tejemanejes de Enríquez Negreira no son más que otra prueba de la mafia que domina el fútbol nacional cuyos pilares son el Real Madrid y el FC Barcelona, en los cuales confluyen otros episodios que han escandalizado, en mayor o menor medida, a los aficionados como las negociaciones de Piqué y Rubiales para la organización de la Supercopa de España o las conversaciones del presidente de la Federación en las que se confesaba madridista y mostraba su odio a equipos como el Sevilla FC o el Valencia.

Al igual que todos los caminos conducían a Roma, en la actualidad todas las pruebas de la corrupción futbolística conducen siempre hacia los dos mismos equipos. Es por ello que lo mejor que le podría ocurrir a este deporte que tanta pasión concita es que El Padrino Florentino y su acólito Laporta cumplieran su amenaza, crearan ese invento de la Súperliga y dejaran en paz a la Liga española para que se desarrollara en las condiciones mínimas de honestidad que dejó de tener hace muchos años. Más o menos, desde que el Generalísimo decidió que el Real Madrid tenía que ser el símbolo del éxito del régimen español en el extranjero, y el instrumento para el adormecimiento social en el interior.    

2 COMENTARIOS

  1. Meter a Franco en esto huele mucho.
    No hagamos política con un señor que murió hace casi 50 años.
    De todas formas, si a alguien favoreció Franco fue al Barça, no engañe usted al personal.

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