Rabia

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Cada día más cerca, pero no terminamos de llegar. Quizás haya que tener más paciencia, que pasen esos años que dicen que necesita el Sevilla Fútbol Club para poder llegar a ser más competitivo. Quién sabe.

Este pasado domingo, al finalizar el partido, todos los sevillistas teníamos rabia. No nos contentaba ver celebrar la victoria al Real Madrid como si hubiera ganado al Barcelona. Rabia por haber errado tantas ocasiones clarísimas, rabia por el fallo de un guardameta que nos recordó el peor día que es humano, rabia por el penalti no pitado, y por el trato tan diferente en estas cuestiones que sufren clubes como el Sevilla Fútbol Club en la pasada jornada, en comparación con el Real Madrid o Barcelona en esta.

Puede ser que algún día el Sevilla Fútbol Club aspire a ganar la liga. Esta misma temporada a lo mejor también llega vivo al tramo final, quién sabe. Pero también sabemos, y lo sabemos bien, que para que eso llegue hay que vencer muchísimos obstáculos y no solo deportivos. Y si no, que se lo digan también a la Real Sociedad.

Y no es que sea todo una cuestión de errores, ocasiones o penaltis no pitados. ¿Qué podríamos decir del criterio para mostrar tarjetas, para intimidar a futbolistas y de esa forma facilitar el juego de quienes tienen que ganar?

Dicho esto. Qué gran Sevilla Fútbol Club el de la primera parte y qué manera de luchar hasta el último suspiro. Qué lástima, por cierto, de último suspiro con el paradón de Courtois. Para eso están los porteros.

Qué orgullo ver al equipo dar la cara hasta el final, hacer honor a su lema y escuchar a Rafa Mir al final del partido decir que el miércoles está aquí y que hay que ir a por la eliminatoria. Perdimos, duele, merecimos más, pero lo que toca es el Córdoba. Esa rabia es la que vale, la de verdad. La que hace apretar los dientes para volver a levantarse. La otra es una mera excusa para justificar lo que ya no tiene solución.

Sí, volvimos a perder. Seguimos sin ganar en el Bernabéu desde tiempos de Kanouté. Pero a no somos, desde hace tiempo, el equipo cohibido que saltaba al césped encogido. Y más pronto que tarde se abrirá también esa Alameda. Cuando ni el más optimista de los palanganas podía imaginar ganar un torneo europeo vinieron siete. Y todo se hizo desde aquel tiempo en el que no había ni para balones. Con paciencia escalamos aquel sendero que nos mostró paisajes inimaginables. Ahora estamos en un escenario similar, bastantes pisos por encima de los que visitábamos por aquel entonces. Y necesitamos el mismo esfuerzo, la misma rabia, la misma osadía.

Ahora toca Córdoba. Un equipo que quiera ser grande también debe salir allí con la misma ambición. Que no nos invada la decepción, que no nos frustre el haber caído en la orilla. No son tiempos de muertes sino de resurrección, de levantarse y afirmar que una batalla no hace una guerra y que en esta guerra el Sevilla Fútbol Club todavía tendrá muchas cosas que decir.

Y que todo llegará. Si los americanos nos dejan tranquilos, todo llegará. Y si no llega, que disfrutemos de la lucha, del trabajo bien hecho y de la rabia para levantarnos a continuar la pelea.

Hablemos hoy del penalti no pitado, claro que sí. Pero para ponerles la cara colorada a quienes allanan el camino de los poderosos. Pero no hablemos de ello para poner excusas a la derrota. Las excusas justificativas se las dejamos a otros. Si la semana pasada una pancarta de los Biris decía que la lucha de Cádiz era la de la clase obrera, la del Sevilla en la liga es muy parecida. Así que adelante, sin detenerse. 

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