El Sevilla FC no remonta. Mallorca fue otra estación de penitencia. A las desgracias se unen los arbitrarios árbitros españoles: dos penaltis no pitados y un gol anulado indebidamente. Nos queda Lens, siempre la Europa League. Y hasta allí brota el mal fario. El ministro del Interior de Macron prohíbe el desplazamiento de los aficionados sevillistas. Estaremos casi solos, pero todo esto no es malo para nosotros, apenas unos gramos más para la épica. Cada día estos posts se parecen más al diario de un depresivo.
Más aún, ya lo decía Hegel y aquí lo hemos repetido como una santa jaculatoria; cuando la oscuridad de la noche está a punto de surgir el lucero del alba. Ojalá esa estrella se eleve en Lens. Cuando lean esto, ya sabrán si la estrella matutina emergió en los campos de Francia. Veremos. Hegel, al mencionar el Lucero, pensaba en la revolución en Europa, yo en la resurrección en Europa del Sevilla. Cada loco con su tema.
Y hablando de locos geniales y sevillistas, Silvio (¡¡bacalati con tomatiiiii….!!). Nuestro Silvio le rezaba siempre un padrenuestro al escudo del mosaico cuando merodeaba por Nervión, tenía fe. Nunca tuvo dudas, creía solo en el escudo… y en Manolo Cardo. Estaba poseído de la santa locura del swing, las bandas cornetas y tambores y los espejos de Nervión. Esa es ahora nuestra esperanza. Otro sevillista infinito cargado de swing, Manolo Caracol, iba, cada dos por tres, al hospital psiquiátrico de Cádiz a robarle el ángel negro del compás al loco Macandé.
Gabriel Díaz Fernández, el loco Macandé, era un cantaor y vendedor ambulante de caramelos que estaba recluido en el manicomio de Cádiz. Allí iba en peregrinación Caracol para aprender y llorar tras las tapias del hospital. Silvio no llegó a disfrutar de este siglo sevillista glorioso, murió cuando el siglo moría. Caracol, enfermó cuando el Sevilla FC ganó la única liga, la alegría, el alcohol y la juerga le indispusieron para asistir a la celebración.
Suena Quique Sánchez Flores. No sé si será la solución, pero por ahí sí que corre la sangre roja sevillista del manicomio de Nervión. Caracol y Lola Flores, tía carnal de Quique, estaban unidos por la genómica inmaterial del arte. Quique se crió yendo al Pizjuán, así lo ha dicho en muchas ocasiones, lo llevaba su abuelo paterno que tenía mucho mejor gusto que el padre de Quique, Isidro Sánchez (exjugador del Palmerín y del Real Madrid).
Tiene lo que en teoría literaria se conoce como vocación de estilo. Sus equipos practican un fútbol con ambición teórica. En el Atlético de Madrid ganó una UEFA cuando estaba en el pozo. Los clubes donde ha entrenado siempre se le han quedado chicos. Sabe pensar el fútbol y sabe hablar sobre lo que piensa. No es poco. Podría ser. Lo que es seguro es que la solución está dentro o muy cerca del mosaico de escudo al que le rezaba Silvio después de noches de swing y marchas y vírgenes.