Pasado, presente y futuro

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Legendarios futbolistas han vestido la camiseta del Sevilla Fútbol Club para regocijo de nosotros, los aficionados, que tanto necesitamos la ilusión para disfrutar de nuestro equipo. La década final del siglo XX nos trajo a dos leyendas vivas del fútbol mundial que elevaron el ánimo de la hinchada hasta límites que no podíamos imaginar. Trasladado a la actualidad, la llegada del portero ruso Rinat Dassaev sería incluso superable a una hipotética contratación de Iker Casillas cuando abandonó el Ladrón Madrí. La llegada de Maradona sólo es comparable a la llegada de Maradona, pero imagínense las nuevas generaciones si Messi hubiera aceptado jugar en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

En aquella época en la que ganar un título, aunque fuera la Copa del Rey, era pura quimera y el éxito máximo al que se podía optar era a clasificarse para la Copa de la UEFA, el único vehículo que se podía acompañar por las calles era, todo lo más, el coche que transportara a esas figuras desde el aeropuerto hasta el estadio. Allí estaban, por tanto, miles de sevillistas cual si de un autobús con la Europa League o la Súpercopa de Europa se tratara.

La expectación era máxima, la alegría era desbordante, la ilusión alcanzaba cotas insospechables; pero el riesgo de fracaso crecía al mismo ritmo. Décadas después, lo que se recuerda del paso del otrora mejor portero del mundo por Sevilla es la caída con su coche al foso de la Universidad en una noche en la que sólo él sabe lo que ocurrió, porque de su actuación en el terreno de juego no hay nada grabado en la memoria. En cuanto al mejor futbolista de todos los tiempos, acaso quedan algunas pinceladas de su habilidad con el balón y de su peculiar personalidad, pero dejó muchos más recuerdos por sus juergas que por sus filigranas.

Por aquella época de principios de los años 90 ya formaba parte del club un joven portero que con el tiempo se convertiría en el mejor director deportivo del mundo, quien sabe si gracias a lo que aprendió en aquellos años en los que el Sevilla Fútbol Club aparecía en el escaparate del fútbol mundial por otros motivos que no eran precisamente sus éxitos deportivos. Acaso esas vivencias dejaron en el joven Ramón Rodríguez que pretendía ser portero de primera división, las dosis de aprendizaje necesarias como para no apostar todo su caudal a una sola estrella cuando llegó su momento de construir un plantel completo. Mucho debió ser lo aprendido en las innumerables horas transcurridas en el banquillo junto a una mente tan brillante como la de Carlos Salvador Bilardo.

O quizá no habría que apelar a ningún maestro argentino ni a ninguna vivencia juvenil sino más bien recordar la sabiduría popular de un insigne sevillista, y sevillano de Utrera, que advertía de los peligrosos efectos del exceso de azúcar. Así se refería don Joaquín Caparrós, el entrenador que hizo de enlace entre el Sevilla Fútbol Club de la subsistencia y el Sevilla Fútbol Club de los títulos, a las nefastas consecuencias que puede tener la acumulación de felicitaciones, palmadas en la espalda y parabienes cuando llegan antes de tiempo.

En cualquier caso, el estado de ánimo actual que se vive en torno a nuestro equipo lleva a recordar muchos otros momentos en los que una alegría y unas expectativas desbordadas no se vieron acompañadas por los hechos venideros, ya que la realidad no atiende a suposiciones ni a lógicas apriorísticas. No se descubre la pólvora al afirmar que unas actuaciones correctamente meditadas cuentan con una mayor probabilidad de éxito que una concatenación de ocurrencias, pero serían en cualquier caso eso, probabilidades.

Sea como fuere, lo cierto es que a estas alturas ya está más que demostrado que lo único verdaderamente importante es la décima de segundo que se vive. Aunque también lo es la intención de cada cual al vivir ese instante. Con la llegada de Anthony Martial es curioso comparar dos hechos que tuvieron lugar con pocos días de diferencia teniendo al francés entre sus protagonistas. Tuvo Martial en la semifinal de la Europa League de 2020 contra el Sevilla Fútbol Club un ‘mano a mano’ en el que Bono le arrebató la posibilidad de marcar y todo el sevillismo le otorgó a nuestro portero el mérito de esa acción. Meses después, en la final de la Supercopa de Europa, EnNesyri protagonizó una jugada similar ante el portero del Bayern de Munich con el mismo desenlace. Nadie alabó el mérito del guardameta Neuer sino que se consideró como un fallo de nuestro delantero.

Efectivamente, lo único importante es esta décima de segundo. De que la pelota termine en el interior de la portería rival dependerá la calidad de ese presente inmediatísimo. Todo lo demás es ojana.

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