Escribo esto sin saber cuál será el resultado de la Junta General de Accionistas del Sevilla Fútbol Club que se celebra el mismo día en que se publica esta columna, jueves 29 de Diciembre del moribundo año en curso. El 2022 ha sido una pesadilla para el sevillismo, no tanto por los resultados sino por la impresión que el equipo ha transmitido a su gente. Parte de esa impresión hay que atribuirla a Pepe Castro, máximo responsable de la penosa situación actual de la plantilla; y al expresidente Del Nido, máximo desestabilizador en la iluminada penumbra de su irrefrenable egolatría. Si miramos la trayectoria de la entidad en este siglo XX, no hay motivos para tanta zozobra y sí para mucha satisfacción y orgullo. Pero la realidad es que no paramos ni ganamos para sustos.
Yo no sé si fue Castro quien invitó a los americanos, pero si sé que ha sido Del Nido quien los ha asentado. Me cuentan que fue Castro quien, jugando a aprendiz de brujo y ante la presión accionarial de Del Nido, les abrió las puertas del Sevilla Fútbol Club a estos saca mantecas de sociedades anónimas deportivas que son los llamados americanos. Posiblemente, Del Nido, jugando al mismo juego quiromántico que Castro, pretende usar las acciones de los americanos para destronar ahora al presidente. Los americanos están siendo usados por unos y otros… y, al final, la casa -el club- está sin barrer. Peros todos usan, o han usado, a los americanos como amuleto en algún momento de la partida que se libra en el entorno del Sánchez-Pizjuán.
Cuidado, porque el amuleto, aunque se le llame despectivamente “los americanos” es en realidad capital israelí. Todos menos tontos útiles de ningún listo. El miedo de los aficionados de base del Sevilla Fútbol Club es que quien gane en este enfrentamiento fratricida, nunca mejor dicho, no sea ninguno de los dos brujos sino el terrible amuleto.