De nuevo se demuestra, y ya van mil veces, quién es el mejor entrenador del Sevilla Fútbol Club de la historia por porcentaje de victorias, y sin que hasta ahora haya señales de que la tendencia vaya a cambiar. Por mucho que la prensa que malquiere a nuestro club se invente contenidos absurdos de reuniones que, aún pudiendo haber existido, no tuvieron desde luego la intencionalidad que se manifiesta, el nivel de satisfacción que existe en la planta noble del Sánchez-Pizjuán con JLo no admite ni un ápice de mejoría.
Ya es inaudito que juntaletras verdolagas se inventen hechos con intención de desestabilizar al Sevilla Fútbol Club “metiendo palos en candela”, como se dice en mi pueblo, pero que haya sevillistas que se traguen el cuento es de traca. Quizá todo esté provocado por la peculiar personalidad de nuestro entrenador, quien, en la hipótesis de que hubiera sido escritor o guionista, habría parido una historia similar a la de Robert Louis Stevenson pero con algunos aspectos diferenciales.
Dicen quienes le conocen que nuestro entrenador es un tipo afable, educado, sosegado; nada que ver con esa persona que transita por el área técnica durante los partidos con ese tic en el ojo que surge cuando su equipo no funciona como sería conveniente y que se desenvuelve con aspavientos al menor contratiempo. Es probable que en su mente estuviera la idea de un señor con doble personalidad que se desempeña de forma diferente en según qué circunstancias, que viene a ser lo que le ocurre a su equipo cuando juega en su estadio o cuando tiene que visitar a los rivales en sus feudos.
Cada quien tendrá su idea sobre cuál es el verdadero JLo, pero lo cierto es que, a semejanza de su entrenador, el equipo cuenta también con una doble personalidad que le hace ser inexpugnable en su terreno y asequible en territorios ajenos. Cuando se encuentra ante los suyos, el Sevilla Fútbol Club se desempeña sin piedad ante sus invitados a los cuales es capaz de infligir el mayor de los castigos, como le ocurrió al Levante.
Sin embargo, cuando cumple visita se muestra timorato, tímido, desganado con los anfitriones y como pidiendo perdón por desplegar sus habilidades para tomar aquello que debería pensar que es suyo, ya que los tres puntos en juego de inicio no tienen propietario. La fiera se convierte en corderito cuando sale de sus dominios; sólo así se explica que los 15 goles anotados en el Sánchez-Pizjuán se transformen en unos exiguos 4 fuera de la ciudad y los 15 puntos de local sean 9 de foráneo.
Cierto es que el rendimiento final allende el territorio hispalense no es dramático, pero ello no obsta para llamar la atención de que, contabilizando sólo los partidos fuera de casa, el Sevilla Fútbol Club estaría sexto en la clasificación a 7 puntos del primero. Y lo que es peor, esa sensación de dejadez e indolencia que muestran ‘los de colorao’ es la que pone de los nervios a sus correligionarios cuando se acerca el compromiso en el que se ejercerá de invitado sin salir de la ciudad; esa cita en la que no vale caer de ninguna de las maneras, y menos de ésa como se ha desenvuelto en las visitas de esta temporada.
Sin embargo, y dado que con este JLo todo es un lío en el que no se sabe si Hyde es doctor y Jekyll un criminal, o viceversa, no sería raro que en el momento menos pensado todo regrese a su cauce, el panorama se normalice y las cosas sean como siempre han sido. Más pronto que tarde, seguro que todos estarán en el lugar que les corresponde.
Porque, por mucho que el sevillismo fomente este año los debates como nunca, el equipo va cogiendo cuerpo, hasta el punto de que se le está poniendo cara de querer acometer algo grande. El 7 puntos de 9 conquistado esta semana de jornada intersemanal con un balance de 8 goles a favor y 4 en contra no sólo permite seguir mirando a los demás desde arriba sino también comprobar que toda la plantilla es capaz de hacer frente a los mil y un avatares que surgen a lo largo de una temporada repleta de partidos.
No hay posibilidad de hacerle ni un reproche a los Oliver, Montiel, Augustinsson, Mir, o Lamela, que han empezado a disfrutar de minutos merced a lesiones y rotaciones; hasta los defenestrados Munir y Gudelj se muestran más que cumplidores en sus cometidos cuando han de saltar al campo. ¿Quién se atreve a dejar fuera del centro del campo titular habitualmente compuesto Fernando-Jordan-Rakitic a Delaney o a Oliver después de la forma en que se desempeñaron en los últimos encuentros?
Con todas las incógnitas posibles tratándose de un deporte tan imprevisible como el fútbol y de una persona tan enigmática como JLo, la disposición del sevillismo en cada partido debiera ser la de sentarse a disfrutar, ya sea en el asiento del coliseo o en el sofá del hogar. Pero sentado, relajado y disfrutando. Sin debatir sobre quién es doctor y quién es criminal.