Cada vez acumula el Sevilla Fútbol Club más partidos sin ganar y, sobre todo, sin jugar, lo que alienta la activación de las glándulas salivales de los críticos de Julen Lopetegui que ya piden que se les sirva cabeza y vísceras varias en bandeja de plata para disfrutar de un festín incomprensible.
Pero la buena noticia es que cada vez acumula el Sevilla Fútbol Club más partidos como victorias y más puntos. Dense una vuelta por el muro de Twitter de Fran Maldonado (@DatosSevillista) y verán las estadísticas de los últimos tres años, algo que firmaba cualquier equipo noble de la tabla de clasificación. Y cuando digo “equipo noble”, ya saben ustedes mejor que yo a quiénes no me refiero…
Y la buena noticia también es que cada vez acumula el Sevilla Fútbol Club más partidos en Europa. A estas horas ya podemos decir que tenemos casi asegurada… pues, si nada se tuerce, acabaremos en el primer puesto de la clasificación de la Primera División que juegan los equipos nobles. Y cuando digo “equipos nobles”, me remito al final del párrafo anterior.
Y la buena noticia también es que el Sevilla Fútbol Club cada vez más partidos lleva a rajatabla el dicho aquel de que la mejor defensa es un buen ataque, antecesor y origen del “dicen que nunca se rinde”. En ese sentido, y de manera literal, qué buen ataque hacemos. En cuanto sube a la portería contraria nuestra mejor defensa, Koundé y Bono (con permiso del excelso Diego Carlos), ahí sabemos que va a haber mandanga de la buena.
Y, al hilo de lo anterior, la buena noticia también es que, cada vez más partidos, nuestro portero de cabecera y de, cada vez más cercano, santoral, Bono, consigue dejar la portería a cero o encaja apenas un gol, lo que le sitúa en una posición inmejorable para llevarse el premio que no se conquista en una hora al portero menos batido. Por ello, y como el actual segundo clasificado le viene rozando los porcentajes, más mérito tiene que el pasado domingo se lanzara en tromba hacia la portería contraria, dejando la suya desatendida y, por tanto, facilitando un contragolpe, un disparo lejano y un gol contrario que afectaría directamente a su estadística y, quizás, a la pérdida del trofeo. Grande.
Con tanta buena noticia, qué quieren que les diga, a mí no me busquen en la grada del cabreo ni en la Peña La cabeza de JLo, que yo he venido aquí a disfrutar y no a que se me empañe el cristal con el que miro con los improperios y cambios de humor, a peor cada vez, de algunos. Prefiero gastar mi tiempo en discutir la última gran propuesta de nuestro presidente, quien, a modo de globo sonda, ha insinuado que se está pensando la posibilidad de cambiar el nombre de nuestro estadio para ponerle el de un sponsor.
Y en este caso, yo, abiertamente lo digo, a muerte con la idea del presidente. Hay que seguir la tendencia europea, la de los grandes clubes, y encontrar un sponsor que inyecte efectivo en las arcas y nos suba la moral.
Pero yo no quiero un sponsor como Movistar o Vodafone, que ya nos van a cobrar más caro el 5G que el 5 Jotas… Yo no quiero un sponsor como el Wanda o el Huawei, que en vez de ir a ver fútbol parece que vas a ir a comerte unos rollitos de primavera y un arroz cuatro-tres-tres delicias… Yo no quiero un sponsor como Coca-Cola si no me dejan entrar con la petaca de ron en el bolsillo… Y que lo mismo son gafes y acabamos todos los partidos Zero – Zero… Y yo tampoco quiero un sponsor como Spotify para que, de repente, me corten una jugada de ataque y me pongan publicidad de su servicio Premium…
Yo lo que quiero es un sponsor de verdad, que nos represente, que los sevillistas estemos orgullosos de enarbolar el nuevo nombre de nuestro estadio, que los rivales le tengan respeto a nuestro templo y que los del tercer anillo asienten con la cabeza viendo que les cuidamos el legado. Yo quiero un sponsor que quiera al Sevilla por lo que es, no por lo que le pueda beneficiar a su marca. Y por mucho que busco, querido presidente, no encuentro mejor sponsor que don Ramón Sánchez-Pizjuán.