Nulo de cara a puerta y sin la Champions League sellada

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Sevilla FC y RCD Mallorca se citaron a las puertas del final de LaLiga 2021/22. En los banquillos, tanto Julen Lopetegui como Javier Aguirre, mirados con lupa por sus aficiones, ambas con unos objetivos bien distintos. El respetable nervionense volvió a abuchear a un equipo que, tras el empate, tendrá que sellar su clasificación a Champions League en la próxima jornada.

Sevilla FC y RCD Mallorca, parejos

Tarde noche de temperatura envidiable en el Ramón Sánchez-Pizjuán, y no era para menos. Nervión iba a ser protagonista del penúltimo partido de LaLiga 2021/22 del Sevilla FC como local. En frente, el RCD Mallorca de Javier Aguirre, que se jugaba la vida. Con esa presión añadida salían los jugadores de ambos equipos al césped nervionense.

Desde el comienzo, los de Julen Lopetegui imprimieron un ritmo de partido difícil de contrarrestar. Volvía la figura del pivote defensivo al once sevillista y el equipo lo notó. Entre el Papu Gómez, el Tecatito Corona y Marcos Acuña hilaban jugadas sin parar, con una velocidad que hacía tiempo que no se veía en el Sevilla FC. Sin embargo, el RCD Mallorca aguantó, de mejor o peor manera, las constantes embestidas. Incluso Salva Sevilla sacó sobre la línea de gol un remate de Rafa Mir tras un saque de esquina sacado por el ’24’ sevillista.

Pese al buen inicio, los de Julen Lopetegui, de un minuto a otro, se diluyeron como un azucarillo. Sin hacer demasiado, el RCD Mallorca estaba creando sensación de peligro a un Sevilla FC que, una vez más, perdió el control del partido. De hecho, Bono, Diego Carlos y Jules Koundé comenzaron a ser los jugadores sevillistas más nombrados en el encuentro. Un equipo local sin ideas, sin piernas y sin cabeza para poder redireccionar un encuentro… hasta que llegó el Papu Gómez. El argentino volvió a coger galones y, aunque solo fuese durante el último cuarto de hora de la primera mitad, los sevillistas llevaron la manija del partido.

A pesar de ello, nada más ocurrió en una primera mitad que no dejó contento al Ramón Sánchez-Pizjuán. Los de Julen Lopetegui se volvieron a marchar al descanso con el runrún en una grada que, al igual que el equipo, necesitaba volver a ver ganar y con una tarjeta amarilla para Marcos Acuña, que se equivocó ante Pablo Maffeo.

Desesperación

Volvieron los protagonistas al verde tras el descanso. La afición sevillista se marchó descontenta tras la primera mitad y, durante el inicio de la segunda, continuó igual. El bloqueo mental de los jugadores del Sevilla FC favoreció a un RCD Mallorca que, aunque no creía peligro, tampoco sufría. Con la primera ventana de cambios, Julen Lopetegui intentó darle un lavado de cara al centro del campo sevillista, con la entrada al campo de Thomas Delaney; y a la delantera, con Youssef En-Nesyri.

Lo cierto es que en el primer cuarto de hora, la jugada de más peligro favorable al Sevilla FC nació de las botas de Diego Carlos. El brasileño tiró una falta cercana que atajó Manolo Reina ante el ‘¡Uy!’ de la grada. Al ver que el equipo no respondía, el Ramón Sánchez-Pizjuán comenzó a rugir para, de una forma u otra, aupar a los de Julen Lopetegui a la victoria.

De esta forma, comenzó el Sevilla FC a imponerse en juego al RCD Mallorca. La magia de Nervión volvió a reflejarse sobre el verde y los ataques locales se sucedían uno tras otro. Sin embargo, ni el gol ni el control del partido caían del lado sevillista. Esto, unido a las más que entendibles perdidas de tiempo del conjunto balear, desesperaba a un Julen Lopetegui que poco hierro más podía meter en el campo.

Los últimos minutos se convirtieron en un auténtico asedio sevillista sobre los mallorquines. Tanto Corona como Acuña, incluso Koundé, colgaban balones sin parar, aunque ninguno encontraba rematador. Aún así, el Sevilla FC lo seguía intentando. La tuvo Anthony Martial en un mano a mano, pero más cerca pasó de la red visitante un remate de Thomas Delaney a la desesperada.

Con todo al Wanda

Fue otro Sevilla FC. Aunque no logró sumar de tres, el empuje del Ramón Sánchez-Pizjuán provocó que la actitud de los jugadores fuese distinta a la mostrada en Villarreal. Sin embargo, las ideas en el juego volvieron a ser nulas y lo máximo que obtuvieron los de Lopetegui fue un gol.

Ahora, sin la Champions League sellada, tendrá que viajar hasta la capital de España. Allí le esperará un duro hueso de roer, el Atlético de Madrid; y un claro objetivo: rascar, al menos, un empate.

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