Tres trileros acongojados

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Mi puto “señor” club. Le faltó un calificativo a Don Ramón en el tuit con el que acompañaba su elogio a la posición del Sevilla Fútbol Club respecto a la última operación orquestada por el trilero mayor del fútbol mundial, que pretendía ser súper y apenas se quedó en diésel. El Padrino Florentino ha demostrado que el señorío del que históricamente presumía el Realmadrí no era más que una pose mentirosa. A día de hoy, el único equipo señor con opciones de ganar la Liga española es el Sevilla Fútbol Club.

Las otras dos comparsas nacionales del Padrino Florentino han quedado como vulgares figurantes sin personalidad absorbidos por las ensoñaciones del magnate mangante que, por si acaso caía alguna migaja, se han colocado de perfil para participar del cuento pero sin que se notara mucho su presencia. Por su parte, el Realmadrí ha intentado reventar con malas artes para beneficio propio el ‘status quo’ del fútbol, en el que deporte y negocio están coexistiendo desde hace tiempo en armonía. Acostumbrado a que sus éxitos deportivos se gesten en los despachos y a plasmar en el terreno de juego la supremacía conseguida en foros políticos o empresariales pero nunca ganada en buena lid, el Padrino Florentino ha querido hacer saltar por los aires la dinámica equitativa que nos retrotrae a aquellos tiempos en los que el campeonato liguero podía aposentarse en La Coruña, Valencia o San Sebastián.

Con menos dinero que el que se está bañando, arruinado por sus desmanes, y deseoso de mantener sus elevados gastos, el presidente merengue urdió una ilusionista operación de la que el mayor beneficiado en España ha sido, al fin y al cabo, el Sevilla Fútbol Club, con una actitud señorial basada en la honestidad y sinceridad que deben impregnar las relaciones con los restantes clubes y con los organismos rectores del fútbol, donde el peso específico como entidad se encuentra ya a la altura de los éxitos obtenidos en el terreno de juego. El Sevilla Fútbol Club no se ha valido del poder político del régimen de Franco para obtener seis campeonatos continentales ni tampoco ha utilizado las influencias económico-empresariales de un magnate de la construcción; sus méritos son y han sido exclusivamente deportivos, logrados a través del esfuerzo y buen hacer de sus futbolistas con respeto pulcro al juego limpio.

Es obvio que eso ha sido posible con una gestión sobresaliente en los despachos, sobre todo en dos de ellos: en el que se deciden las contrataciones y en el que se equilibran las cifras de ingresos y gastos, dos aspectos fundamentales de la gestión deportiva en los que este “señor club” puede dar lecciones magistrales a cualquiera de los tres trileros nacionales. La plasmación más evidente de este éxito aparece reflejada hoy en cualquier medio de comunicación o publicación especializada, ya sea en formato papel o digital, que ponga a disposición de sus lectores la tabla clasificatoria de la liga española. En cualquiera de ellas que se consulte puede verse al Sevilla Fútbol Club colocado en cuarta posición, a un punto del anterior y a tres del líder, cuando aún faltan 15 puntos por disputarse, lo que le convierte en competidor de igual a igual por el título de campeón. Téngase en cuenta además que, cinco jornada antes, es decir, al término de la jornada 29, la distancia con respecto al tercer clasificado era de cinco puntos y con respecto al líder era de 8. En cinco partidos, por tanto, el Sevilla ha recortado en otros tantos puntos la diferencia con respecto a la cima de la clasificación.

¿Será esto lo que acongoja a los trileros? Indudablemente que sí, porque no son capaces de entender que se puedan alcanzar las más altas cotas deportivas sólo con los méritos obtenidos haciendo uso de las capacidades y el buen hacer de las personas. El esfuerzo, la habilidad, la perseverancia, la paciencia; valores incomprensibles todos ellos para quienes han hecho del ‘pelotazo’ económico, las influencias políticas, el soborno, y las artimañas en definitiva, la base de sus logros deportivos. ¿Qué habría sido del Realmadrí sin los auspicios del franquismo que le utilizaba ante Europa como referente y símbolo del mérito del régimen? ¿Dónde estaría el ‘mesqueunclub’ sin el amparo económico de la TV3 independentista que durante décadas le ha insuflado millones a mansalva? ¿Podría el Pupas afrontar fichajes cienmillonarios sin haber incluido en su accionariado a un potentado israelí?

Sus apelaciones a la pandemia para justificar el despilfarro y la incapacidad no suenan más que a llantos de plañideras y a ardides de piojos resucitados sin escrúpulos. Qué se podía esperar de incapaces de semejante tamaño.

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