La maravilla y la calle

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De momento el Sevilla Fútbol Club no ha perdido y ya ha ganado. De aquella manera, sí, ante el Mallorca. Todo esto en apenas una semana, no es poco para quien tan poco tenía. El equipo está muy mal diseñado y peor gestionado antes de la llegada del argentino Jorge Sampaoli. De eso ya caben pocas dudas. ¿Por qué se tardó tanto en cesar a Lopetegui? No sabemos. ¿Tozudez de Monchi? ¿Vuelta al equilibrio presupuestario perdido? Ahora toca arreglarlo con los materiales que hay, como ha dicho el entrenador. Ya habrá tiempo, y espero que recursos, para enmendar el dibujo en el mercado de invierno.

Jorge Sampaoli trae y vende ilusión, pero no es un iluso y es consciente de la realidad del Sevilla Fútbol Club. No hay fórmulas mágicas que funcionen, aunque puede y debe haber algo de magia en las fórmulas que funcionan. Sin ilusión, no hay proyectos colectivos exitosos. No hay lugar en el paraíso del fútbol para los tristes. Algunas veces, Lopetegui, en la rueda de prensa, nos recordaba al niño del chiste que volvía a casa después de un partido con la cabeza cabizbaja y, a la pregunta de la madre sobre el resultado, respondía: ”Tres cero hemos ganado, ¿pero y la semana que viene?”

Cerrar la sangría goleadora, ajustar y estrechar líneas, resituar el radio de acción de cada jugador, recuperar efectivos (el caso de Marcão es llamativo); tareas muy pragmáticas a  las que se ha empleado nada más llegar el ‘loco’ de Jorge Sampaoli y, de momento, le va bien…. cosas que el muy cuerdo de Lopetegui no veía. Decía Chesterton que loco es aquel que ha perdido todo, menos la razón…. y, en este sentido, el argentino es de todo menos  un loco.

Ilusiona porque tiene razones para maravillar y sabe que sin ese maravillarse, el fútbol es un muermo. Y más, aquí, en el sur, donde fútbol y arte están grabados a fuego en el inconsciente colectivo de la afición del Sevilla Fútbol Club. Las piernas imposibles de Garrincha eran ‘la alegría do pobo’, el regate de George Best (ese irlandés tan del sur) era el sueño de un borracho hundido al final de la barra del pub una tarde de domingo gris en Manchester, o el vuelo justiciero de Cantona se le sigue apareciendo a ese parado  fracasado como en la película de Ken Loach. Maravillas.

Pero para esas maravillas hay que haber trabajado, jugado, mucho en las calles de Río, Belfast o Marsella y Jorge Sampaoli, el técnico del Sevilla Fútbol Club, lo sabe porque viene de estas mimas calles, de donde brota la maravilla del fútbol que nos ilusiona.

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