Opinión
Horchata
Son maravillosas las victorias para alegrar el ánimo y exaltar la euforia, pero también para corregir los errores mediante la realización del ejercicio autocrítico necesario que permita seguir sumando triunfos y no abandonar la dinámica exitosa. Por fin el Sevilla Fútbol Club se ha instalado en ella sumando 10 de los 12 puntos ligueros disputados desde que llegó Mendilibar y superando una eliminatoria que se antojaba imposible ante el Manchester United. Para conseguir esta racha, es evidente que se han hecho muchas más cosas bien que mal, pero si el empeño es mantenerla es muy necesario corregir los errores cometidos.
En el partido del domingo ante el Villarreal, la victoria pudo hacer quedado encarrilada mucho antes de lo que se hizo. Sólo habría sido necesario mantener la calma en el momento de la definición para que el resultado a la media hora de juego hubiera estado ya prácticamente decantado a nuestro favor, ya que el Sevilla Fútbol Club robaba el balón con suma facilidad en las inmediaciones del área castellonense. Sin embargo, la decisión adoptada una vez que el balón estaba en nuestro poder siempre era errónea. Rakitic con una vaselina imposible, Rafa Mir con un disparo mordido, lanzamientos endebles que eran fácilmente repelidos por la defensa rival; todo ello impidió que el marcador se decantara claramente a nuestro favor en los primeros compases del encuentro cuando el esfuerzo del jueves aún no había hecho mella en algunos jugadores.
Después de seis partidos, el Sevilla Fútbol Club ha corregido el primer defecto que se le vio con el cambio de sistema. En un lógico movimiento pendular, los jugadores pasaron de enviar siempre el balón atrás a buscar en todo momento el desplazamiento en largo, sin interpretar qué era más conveniente en cada momento. Ahora, con la serenidad que otorga haber abandonado la zona de peligro, las mentes empiezan a elegir con más clarividencia el recurso que se precisa en cada momento y el juego sevillista va mezclando jugadas de combinación con otras de búsqueda más rápida de la acción ofensiva.
Del mismo modo, el siguiente paso debe ser adoptar mejores decisiones en los momentos decisivos para ganar en efectividad cuando en cuestión de segundos hay que cambiar de mentalidad defensiva a mentalidad atacante. El cambio de chip en la mente del futbolista ha de ser inmediato pues, de mantener la concentración en un ejercicio defensivo como es la presión adelantada, ha de pasar en décimas de segundo a una visión ofensiva para, sin precipitación, hilvanar la jugada más conveniente que permita conseguir gol. Para ello, el entrenamiento y la confianza han de ser recursos fundamentales que permitan tener la sangre fría en esos instantes definitorios.
No obstante, tener sangre fría no ha de confundirse con tener horchata en las venas, como pusieron de manifiesto el mismo domingo algunos futbolistas. La estrategia que propone Mendi de presión adelantada para robar el balón cerca del área rival requiere que el delantero centro sea el primer defensor y que, por los costados, se impida que los laterales rivales puedan sumarse al ataque. Ambos aspectos fueron los primeros en fallar a partir de la media hora de juego del Sevilla Fútbol Club ante el Villarreal, debido a la carencia de ímpetu de jugadores como Rafa Mir u Óliver Torres.
El goleador cumplió convenientemente con su cometido fundamental y aprovechó la titularidad, después de tantos meses de ostracismo, para ver portería y adelantar a nuestro equipo en el marcador. Sin embargo, fue muy llamativa su indolencia defensiva cuando el esfuerzo empezó a pasar factura al Sevilla Fútbol Club. Mir veía pasar por su lado los balones y los rivales contrarios sin inmutarse, permitiendo así que los castellonenses jugaran sin obstáculo.
Si a esto le sumamos que Óliver Torres es tan apático como talentoso, pues ahí aparecen los dos agujeros por los que se colaba la calidad futbolística del Villarreal para equilibrar un partido que en el tramo final estaba absolutamente abierto y transitaba de un área a otra sin solución de continuidad. Como ya ocurriera contra el Celta en el postrero gol que igualó el marcador, de nuevo Óliver salió en la foto del remate inicial de cabeza de Yeremi Pino, a quien no pudo obstaculizar por llegar tarde a la acción. Otra desaplicación que, por fortuna, en esta ocasión fue subsanada por el testarazo final de En-Nesyri que nos permitió volver a salir del campo del Sevilla Fútbol Club con una euforia desconocida esta temporada.
En el fútbol profesional, no sólo gana el que mejor hace las cosas sino también el que menos errores comete, de ahí la importancia de que el bloque sevillista de Mendilibar se comporte como tal el mayor número de minutos posible, para lo cual es necesario que mantengan el ímpetu y la intensidad en cada acción todos y cada uno de sus componentes.
abril 25, 2023
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