Los cuatro goles recibidos por el Sevilla Fútbol Club en los dos primeros partidos de Liga han abierto un debate en el que, al parecer, hay discrepancias entre la afición y el cuerpo técnico y directivo. La inseguridad defensiva no está en cuestión, en ello coincide todo el mundo, incluidos los propios jugadores, quienes son plenamente conscientes de que, si recibes dos goles en cada partido, va a ser muy difícil regresar a los puestos meritorios de la clasificación. El diagnóstico, por tanto, es bastante fácil de identificar; no hay que entender mucho de fútbol para llegar a esa conclusión. Otra cosa distinta es la búsqueda de la causa y, por consiguiente, de la solución. Ahí es donde empieza el debate.
Entre los aficionados, y prácticamente la totalidad de la prensa, no hay discusión en que el origen de los males defensivos del Sevilla Fútbol Club está en los nombres de los componentes de la línea más cercana al portero. Esta endeblez en la retaguardia se viene padeciendo desde que se deshizo el tándem Koundé-Diego Carlos y llegaron a la plantilla para sustituirles hace tres temporadas jugadores como Nianzou y Marcao, los cuales no han dado ni por asomo el rendimiento mínimo que se requiere para un futbolista de Primera división, como lo demuestra el hecho de que actualmente sea impensable que algún otro club quiera darles acomodo. La reconversión de Gudelj y el ascenso de Kike Salas desde el filial no suponen más que cumplidores complementos para una pareja de centrales titularísima que en este momento no existe, de ahí que haya que descartarles como fijos en un once inicial de garantías.
En la titularidad indiscutible sólo tiene el Sevilla Fútbol Club a estas alturas del campeonato a un elemento, Loic Badé, quien corre el serio riesgo de acomodar su desempeño ante la falta de un competidor interno que le obligue a una máxima implicación. La rivalidad interior, es decir, el hecho de que un futbolista sepa que tiene que jugarse el puesto con otro compañero, es indispensable para conformar un competitivo y de eso adolece ahora mismo la línea defensiva sevillista. Así pues, sólo habría una circunstancia que podría cambiar el panorama radicalmente: que por arte de magia o por providencia divina Marcao se convirtiera en un jugador fiable capaz de disputar el 80% de los partidos y dejara de ser el futbolista de cristal que es en la actualidad.
A eso parece que se encomienda el entrenador del Sevilla Fútbol Club cuando públicamente defiende al central brasileño a capa y espada y le sitúa como un elemento muy aprovechable para esta temporada. Habría que estar en la mente de García Pimienta para saber si en verdad está convencido de lo que manifiesta o si, por contra, no es más que un artificio para espolear el jugador; pero lo cierto es que el técnico, cuando es preguntado, hace una ferviente demostración de confianza no sólo en Marcao sino en los cinco centrales con los que cuenta.
Quizá amparado en esa convicción del técnico, el director deportivo Víctor Orta se afana en buscar en estos últimos días de mercado a refuerzos que vengan a cubrir otras parcelas, sobre todo el centro del campo, mientras que son pocas las especulaciones que surgen respecto a defensas posibles de incorporar. Es más que esperable que en la recta final de la semana se produzcan las salidas de Joan Jordán y de Gonzalo Montiel, por lo que le quedarían al Sevilla Fútbol Club dos opciones de fichaje -y también de inscripción- que a día de hoy son imposibles, pero en ningún caso parece que el elemento a elegir sea alguien que venga a solidificar la zona que más inquieta a los aficionados.
La encrucijada, así pues, es evidente. ¿Hay que reforzar con nombres la retaguardia como piensa la afición, o hay que mejorar el funcionamiento defensivo contando con estos mimbres, como creen el técnico y el director deportivo? La solución efectiva por la que se decante el club la tendremos a final de mes cuando concluya el plazo de incorporaciones, pero, faltando varios días para ello, la segunda opción parece mucho más plausible.
Y todo ello mientras algunos aficionados del Sevilla Fútbol Club miran de reojo a un viejo amigo que aún no se ha comprometido con ningún otro club y continúa sin trabajo a estas alturas. No falta quien se pregunta si no tendremos otro episodio como el del verano pasado en el que, incluso con el mercado cerrado, se produjo el regreso a casa de Sergio Ramos como elemento que solventara la papeleta que hoy se mantiene vigente. Con este presidente que actualmente maldirige al club, quién sabe lo que puede pasar.