¿Qué pasa con la cantera sevillista? El lunes pasado, Sara Portillo Maya escribía acerca de la escasa confianza que el club tenía a su cantera. ¿Cómo es posible que una entidad tan laureada en escalafones inferiores saque tan poco provecho de los jugadores que forma? Hace un par de semanas, el periodista del diario As Sergio Santos publicaba que la cantera del Real Madrid había dejado en sus arcas la cantidad de 142,8 millones de euros en los últimos cinco años, lo que le permitiría―y esto ya es de mi cosecha― que cada cinco años pudiera fichar gracias a los futbolistas que forma, un crack del precio de Mbappe, un par de Coutinhos, o al menos la pierna derecha de Neymar (hijo).
El Sevilla Atlético fue la pasada temporada el único filial que integró la segunda división española, nuestros equipos de juveniles, cadetes o infantiles nos han dado innumerables títulos de categoría nacional, y sin embargo, apenas alguno de sus integrantes acaba formando parte de la plantilla de primera. Es más, ya ni el Sevilla Atlético puede considerarse un equipo puro de cantera, puesto que un número importante de sus jugadores provienen de otros clubs. A día de hoy, si exceptuamos el regreso de Jesús Navas, únicamente Sergio Rico se ha criado en el Sevilla, y mucho me temo que si en aquel 2014 no se hubieran lesionado a la vez Beto y Barbosa, los dos porteros del primer equipo, hoy ni siquiera estaría en el Sevilla.
Y el problema viene de lejos, porque aunque el Sevilla siempre tuvo a gala hasta hace unos años integrar a muchos jugadores formados en sus escalafones inferiores, el rendimiento o las expectativas que se tenían de ellos raramente dieron el fruto apetecido. Recuerdo a principio de los años 80 que nuestro Sevilla juvenil ganó la Copa del Rey derrotando al Real Madrid de… Sanchís, Pardeza, Michel, Butragueño, Michel y Martín Vázquez. ¿Qué fue de aquellos jugadores que derrotaron a esa sublime generación de futbolistas? Tan solo Francisco López Alfaro triunfó. ¿Por qué al canterano del Sevilla le cuesta tanto triunfar?
Estamos a principios de temporada. Como casi cualquier aficionado de cualquier equipo, tengo la ilusión de que nuestro club supere lo conseguido, que me haga soñar con quimeras no alcanzadas hasta la fecha. ¿Cómo superarnos esta temporada, cómo dar otro salto hacia arriba en esa línea maravillosa y ascendente que comenzó, no con el gol de Antonio Puerta, sino antes, con el fichaje de Joaquín Caparrós, para tratar de recuperar un puesto en primera división? Sí, quizás Muriel sea un crack, Pizarro triunfe y Banega vuelva a ser el que fue; es posible que el regreso de Jesús Navas sea maravilloso, que Escudero y Sergio Rico vayan al Mundial de Rusia y que Correa rompa en jugadorazo de 100 millones de euros. Pero yo me pregunto―no afirmo, me pregunto―: ¿la misma fórmula de estos años nos llevará a un lugar diferente del que ya hemos disfrutado? ¿Seguiremos llorando a los Vitolos de turno y anhelaremos el despunte de los nuevos per saecula saeculorum?
No estoy pidiendo que Matos sea el segundo lateral izquierdo, que Carlos Fernández sea el tercer delantero o que Borja Laso tenga un sitio en el primer equipo. No juego a técnico, tan solo a aficionado que se sienta en la grada, y siento que lo que propongo no es algo a realizar a corto plazo, como tampoco lo fue nuestra trayectoria ascendente, que comenzó en el año 2000 con el fichaje de Joaquín, pasó por el gol de Antonio Puerta de 2006 y continúa aun hoy. Creo, firmemente además, que para dar el salto definitivo a la élite que esperamos, ―porque ni nos rendimos nunca ni nos conformamos, ni el manque entra en nuestro diccionario― el paso siguiente será tener una cantera de primera línea, entendiendo como primera línea aquella que es capaz de aportar jugadores al primer equipo ―el Real Madrid tiene un tercio de la plantilla criada en sus pechos― y también de suculentos ingresos cuando no tengan cabida dentro del mismo. ¿Cómo se hace eso? Doctores tiene la Iglesia. En esto, yo no soy más que un humilde feligrés. Pero para seguir avanzando, hay que mantener la fórmula que nos ha dado el éxito hoy, y mejorarla con nuevos aditamentos. Y muchas veces, casi siempre, la respuesta está dentro de nosotros.