Un grupo de señores

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No por ser ya casi una costumbre deja de provocar una explosión de júbilo ganar el partido entre el Sevilla Fútbol Club y el Real Betis Balompié que en los tiempos del márketing televisivo se ha venido en denominar el Gran Derbi.

-¿Quién ha ganado?

-El Sevilla Fútbol Club

-¿Otra vez?

-Sí, otra vez.

Pero esa costumbre que cada vez provoca menos euforia, tenía en esta ocasión un componente importante originado, no por la rivalidad en sí misma, sino por los lamentables acontecimientos que ocurrieron en el campo del barrio de Heliópolis durante la eliminatoria copera. No faltaba en la ciudad, y sobre todo de Despeñaperros para arriba, quienes miraban con lupa el comportamiento de la afición del Sevilla Fútbol Club, temiendo, e incluso esperando, una reacción tan bárbara como los hechos lamentables del compromiso anterior. Pobres ilusos e ignorantes. Ni saben, ni se esperaban, que en el entorno del sevillismo predomina el señorío y la deportividad.

Probablemente se rasguen ahora las vestiduras por la imitación que hace Munir de Maradona durante la celebración del equipo en el vestuario o exageren su irritación por los besos lanzados por Lucas Ocampos a la afición rival durante la vuelta de honor en el Sánchez-Pizjuán, como si eso fuera comparable con las mofas hacia Joan Jordán cuando sufrió la agresión de un energúmeno. Mofas protagonizadas, recuérdese, no sólo por aficionados sino también por futbolistas y directivos de la entidad heliopolitana. Se piensa el ladrón que todos son de su condición.

El júbilo del vestuario sevillista que provoca, evidentemente, reacciones algunas de ellas desmesuradas, proviene del deseo de un grupo de jóvenes de resarcirse de la agresión y del escarnio sufrido en aquel infausto partido copero, más allá de la satisfacción que causa en la afición esta costumbre de salir triunfante en la rivalidad local. Las muestras de júbilo de los futbolistas del Sevilla Fútbol Club ponen de manifiesto lo que tantas veces se pregona desde dentro de la propia entidad respecto a la extraordinaria, e inaudita, unión que existe en ese grupo de chavales que tantas vicisitudes está superando en esta temporada.

Ahí estaban, en esas celebraciones, no sólo los titulares o los que habían saltado al césped, sino toda la plantilla, incluidos los lesionados, sancionados e incluso los chavalitos del filial que habían sido convocados por el entrenador. Los rostros de admiración de un recién llegado como Martial, las sonrisas de un futbolista a quien se quiere situar más fuera que dentro como Koundé, la implicación de otro tentado por las petrolibras como Diego Carlos que jugó la primera parte con una rotura; ¿qué aficionado del Sevilla Fútbol Club puede no estar orgulloso de semejante cuadrilla?

Y todos ellos dirigidos por un entrenador que está sabiendo explotar todas las cualidades de ese grupo, manteniéndolo en lo más alto de la clasificación, echándole el aliento en el cuello al todopoderoso y multimillonario Ladrón Madrí para que cada vez necesite más la ayuda de la Federación, a través de su brazo arbitral, si quiere alcanzar el título liguero. Que no se despiste, porque ahí hay un grupo unido de futbolistas de altísima calidad que le van a quitar el preciado botín a poco que se descuide.

En el último plano de las celebraciones se mantenía un entrenador que tuvo que utilizar en el derbi a todos los futbolistas profesionales que tenía disponibles. Los 16 que saltaron al césped eran los únicos 16 con los que podía contar antes de recurrir a los canteranos, lo que significa que un tercio de los 24 jugadores de la primera plantilla habían causado bajas. Se mantuvo el nivel pese a que gente tan titular como Koundé, Ocampos o Martial estaban vestidos de calle, un defenestrado al inicio de la temporada como Gudelj suplía a Diego Carlos sin que el equipo se resintiera, el recién llegado Corona se desempeñaba como si se hubiera criado al abrigo del Sánchez-Pizjuán; ¿acaso no es todo esto mérito de Julen Lopetegui?    

Y mira que en las previas a este encuentro, no faltaban seguidores del Sevilla Fútbol Club asustados por la llegada de un rival al que temían como si nos visitara el Bayern de Munich o algún otro todopoderoso del fútbol continental. Si quieren motivos para tener miedo, témanle a la escuadra que vendrá el jueves de la próxima semana. Los jamones unidos del oeste de Inglaterra; ésos sí que tienen peligro. 

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