Era el 24 de septiembre cuando en esta sección de La Colina de Nervión elucubrábamos en un artículo bajo el título de ‘Alonso 2.0’ sobre el riesgo que estaba corriendo el entrenador del Sevilla FC, Xavier García Pimienta, de transitar por la misma senda que su antecesor Diego Alonso durante la temporada pasada. Recordábamos por aquel entonces cómo el técnico uruguayo había iniciado su andadura sevillista andando “por el filo del acantilado” enlazando un empate tras otro sin que se supiera muy bien si el equipo iba a funcionar o si, por contra, sucumbiría a la mala dinámica, como finalmente ocurrió.
Y, en efecto, en esa misma tesitura se encontraba en las postrimerías del mes pasado el actual entrenador, quien en tan solo tres partidos ha despejado la incógnita y ha salido reforzado… gracias, sobre todo, a su victoria en el derbi. Aquel mismo 24 de septiembre, el Sevilla derrotaba con sufrimiento al Valladolid en el Sánchez-Pizjuán por 2-1, posteriormente empataría a uno en Bilbao en un partido competido ante un rival mucho más hecho y, finalmente, la superioridad demostrada ante el eterno rival ha terminado por mostrar a la afición que, salvo repentina transformación en negativo, el equipo de esta temporada pocas similitudes tiene con respecto al de la anterior. A estas alturas ya se puede decir que la moneda que estaba de canto ha caído hacia la cara, aunque en el fútbol ya se sabe que todo es cambiante y nada es definitivo.
En cualquier caso, es evidente que el equipo muestra otra cara y que el aficionado ya no acude al estadio con la zozobra de no saber cómo va a ser el desempeño de los jugadores. Solo ha sido necesario que el entrenador encadene una serie de partidos alienando prácticamente a los mismos jugadores para que el equipo se asiente en una idea y empiece a comprobar que con ella se consiguen buenos resultados y, además, se disfruta del juego en muchos casos, lo cual está provocando que algunos jugadores estén mostrando sus mejores versiones. Las últimas buenas actuaciones de Lukebakio no están sorprendiendo a nadie, pues ya la temporada pasada dejó detalles de su extraordinaria calidad; sin embargo, sí están llamando poderosamente la atención las aportaciones de algunos otros, sobre todo Nianzou, pero también Agoumé o Carmona, que hasta ahora no habían mostrado grandes habilidades en los minutos de los que han disfrutado tanto en el Sevilla como en otros equipos.
Además, algunos de los recién incorporados empiezan a dar muestras de que sus incorporaciones fueron acertadas, como son los casos de Peque y, sobre todo, de Ejuke, quienes han iniciado un buen recorrido de compenetración desde sus puestos naturales y comienzan a entender los movimientos del compañero para adoptar sus mejores decisiones de asociación. Formando una consolidada línea de tres con Lukebakio, ya solo falta que llegue la versión más anotadora de Isaac Romero para que el frente de ataque sevillista materialice en goles lo mucho de fútbol ofensivo que genera.
Por detrás de ellos, curiosamente, la acumulación de lesiones ha hecho un favor a Pimi, puesto que la obligada pareja Gudelj-Agoumé ha encadenado tres partidos de excelente rendimiento creciente que ha tenido su colofón en el derbi en el que, por un lado, secaron al único jugador bético que tiene algo de fútbol en sus botas y, por otro, supieron enlazar básicamente con los extremos para desplegar el poder atacante. Únase a ello en la línea defensiva el crecimiento exponencial de Badé, la consolidación de Nyland, la aparición de Carmona y las sorprendentes recuperaciones de Marcao y Nianzou, y se conforma así un cuadro que tiene muchas garantías de transitar por La Liga sin agobios aunque, seamos realistas, tampoco sirva para pensar en grandes objetivos europeos.
Han sido necesarios, pues, solo tres partidos solidificando el bloque a base de repetir el mismo once para que la tropa sevillista se infle de moral, ayudados además por el rosario de internacionalidades que suponen para sus protagonistas el reconocimiento a su buen desempeño. Aquello de que el fútbol es un estado de ánimo es opinable, pero es indiscutible que influye bastante tanto en lo individual como en lo colectivo; por lo que corresponde al entrenador sacar partido de esta dosis de confianza acumulada en el último mes para asentar la dinámica positiva. Así será como definitivamente Pimienta dejará de tener cara de Diego Alonso, cuyo mal recuerdo amenazó someramente con aparecer por Nervión.