La derrota cosechada por el Sevilla en Balaídos ponía el punto y final a una semana para olvidar entre la afición nervionense. La reacción tras la humillante eliminación de Copa del Rey era obligada, pero el equipo, con la relajación e intensidad propias de quien lo ha hecho todo bien, se olvidó de sus obligaciones y no supo plantarle a cara a un Celta que, sin presentar apenas batalla, se hizo con la victoria. La incapacidad manifiesta de los rojiblancos para hacer valer su calidad sobre dos equipos en descenso, como el vigués y en su momento el bilbaíno, siembra serias dudas acerca del curso de la segunda vuelta, en la que la competición europea, codiciada por el Sevilla, vuelve a escena.
Contrastes
La amplia goleada endosada al Levante el pasado sábado en la parroquia nervionense hacía pensar que el Sevilla recobraría rápidamente la buena dinámica en el campeonato liguero, pero lo cierto es que parece que no fue más que una ilusión. En efecto, la victoria con argumentos en la ida de la Copa del Rey ante el Barcelona contrasta con la derrota sufrida en Vigo, casi aceptada con resignación. Y es que el tramo de segunda vuelta jugado hasta ahora por los de Machín ha dejado por momentos la imagen de equipo serio y al tiempo, la de equipo mediocre. Sin embargo, la segunda imagen supera a la primera en número de apariciones.
Realizar la segunda mejor primera vuelta de la historia no parece servir de ejemplo para una plantilla que da la sensación de haber perdido la memoria. Desde Banega a Vázquez, desde André Silva a Sarabia, desde los jugadores al entrenador; el Sevilla no ha sabido mantener desde el inicio de la segunda vuelta hasta la fecha una misma línea de actuación, aunque el esquema sea el mismo. La prueba más evidente de que el equipo ha bajado su rendimiento de manera sensible puede observarse mirando a la clasificación, y si bien es verdad que con treinta y seis puntos el Sevilla sigue cuarto (puesto Champions), también lo es que sus rivales directos se han acercado a los nervionenses sin siquiera enfrentarse con ellos.
Recobrar la confianza
Que los de Machín tienen la capacidad suficiente como para reconducir la situación nadie lo duda, por lo que la vuelta a la senda de la victoria deberá iniciarse el próximo domingo en el Sánchez-Pizjuán ante el Éibar, donde los jugadores no tienen más opciones que conseguir una victoria y ofrecérsela en hecatombe a su parroquia a modo de disculpa. Salir, vencer y convencer; ese y no otro será el esquema que Machín deberá plantear en su pizarra. Salir porque el equipo no debe hundirse; vencer porque la salida pasa por la victoria; convencer para devolverle a la afición la confianza que, partido tras partido, ha ido depositando en el equipo.