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Don Antonio

El domingo por la noche, don Antonio llegó tarde a la peña de sus amores para ver el partido del Sevilla Fútbol Club contra los de al fondo a la derecha de la palmera, también conocidos últimamente como los de arriba del semáforo.

Llegó tarde, en el descanso, si mal no recuerdo, pero a los cinco minutos ya había entablado férrea amistad con el presidente de la Peña Sevillista de Irak (sí, de Irak) que pasaba por allí y entró a ver el ambientillo de un derbi en directo. Se comunicaban a través de una aplicación en el móvil del iraquí que traducía a uno y otro idioma las frases que iban escribiendo. Pues con app o sin ella, Don Antonio no callaba. Y no porque sea uno de esos pesados que te comen la oreja a la mínima de cambio y con cualquier excusa. No. Don Antonio no calla porque tiene mucho que contar. Y todo es más que merecedor de ser escuchado. Porque el sevillismo le sale por los poros y es testigo directo de la historia del club de los últimos 82 años (nació en 1940)

Ya en los años 50, según cuenta, era asiduo del Viejo Nervión, perteneciendo a aquel grupo de animación que se dio en llamar Norte Salvaje y a quienes más de uno les concede el honorable título de precursores de los Biris. Don Antonio presume de ser el primero que llevó una bandera al estadio y que, por supuesto, todos iban con chaqueta y corbata.

Don Antonio entra en la Peña, que es su segunda casa, si no la primera, y pide una “rubia llorona”, que es su manera de llamar a la cerveza. Y siempre en vaso, que beber directamente del botellín “parece que estás con el biberón”. Allí no tiene amigos, tiene parroquia, tienes fieles, tiene un numeroso grupo de gente que le dispensa un cariño especial. Hace tiempo dije por aquí que una peña es el área pequeña de la amistad. Don Antonio necesita el campo entero para poder disfrutar de la suya.

Y como buen amigo que es, ahí está el primero para echar una mano en lo que haga falta. Que hay que ir al distrito a por los caramelos de la Cabalgata, allí que se planta con su coche y carga las cajas él solito como si tuviera veinte tacos. Que hace falta un atril para el Pregón de Semana Santa, allí que se va él a su querida Hermandad de Santa Lucía y se trae no sólo el atril sino también el llamador de salida para que el pregonero pueda utilizarlo durante su exaltación.

La otra pasión capillita le lleva directamente hasta el templo de la Macarena, su Virgen, por la única que es capaz de portar sin protestar un cirio verde. Anda que vas a verlo tú con otra cosa verde…

Don Antonio es un torrente de anécdotas, un vendaval de conocimientos, una avalancha de gesticulaciones y una sonrisa infinita cuando su Sevilla Fútbol Club le da una alegría.

Don Antonio es un personaje elevado a la categoría de figura, es la enciclopedia de los sentimientos sevillistas más profundos, es un loco enfermo de cordura.

Don Antonio es un caballero por lo civil y un sabio por lo cabal, es una invitación a la sonrisa, es un alma con bufanda roja y blanca, es un corazón que hace palpitar a los demás.

Don Antonio Suárez-Bárcena Martínez es socio de la Peña Sevillista Al Relente y, desde este pasado sábado, flamante y más que merecido Escudo de Oro de la Federación de Peñas Sevillistas “San Fernando”.

Enhorabuena, don Antonio. Felicidades, amigo.

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