La mística se impone al diabólico planteamiento inicial

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El aura de los jueves en Europa League hizo que el Sevilla FC saliera de Old Trafford con mejores noticias de las que se preveía. El seis veces campeón de la competición encontró oro en forma de empate y se acogerá a Nervión como principal credencial para el pase a semifinales. Sin embargo, gran parte del encuentro fue una pesadilla para los sevillistas y el máximo responsable de que los suyos fueran juguetes en manos de los red devils no fue otro que José Luis Mendilibar. 

Un once impensable hasta para las quinielas

José Luis Mendillibar no hizo más que transmitir buenas noticias a los aficionados del Sevilla FC en la rueda de prensa previa. El de Zaldívar afirmó que la expedición al completo venía preparada, mientras que se negó rotundamente a aceptar aquello de «salir vivos» o «pensar en Valencia». Dicho esto, toda persona afín al club hispalense imaginó en su cabeza el posible once de gala, uno muy distinto al que José Luis Mendilibar eligió para la ocasión.

Las primeras malas noticias de la noche llegaron con dicha elección por parte del manager del Sevilla FC. La ausencia de Badé y la inclusión de Nianzou hacían que la retaguardia empezara a tambalearse. Cada vez que Loïc ha estado fuera desde su llegada, el conjunto hispalense parecía no tener armadura alguna. Esto, sumado a la presencia de un Tanguy que sufre en todo tipo de escenarios y que necesitaba del apoyo de Marcão (meses sin competir) o de Gonzalo Montiel completaban un cóctel dañino para los intereses visitantes.

En ataque, Óliver Torres era el encargado de hacer daño desde el costado izquierdo. Ya no es que tuviera que actuar fuera de posición, sino que el encuentro, debido a la debilidad defensiva de los laterales ingleses, no requería ese perfil por fuera. Por no hablar del tema del falso nueve, noticias que no parecen tener fin para la afición del Sevilla FC. Otra vez sin delantero puro. José Luis Mendilibar puso en liza una defensa inédita ante uno de los ataques más verticales y conminativos de Inglaterra, una media punta carente de desborde y velocidad y salió sin referencia contra un conjunto que sufre muchísimo en el centro lateral. Demasiadas manos a la cabeza a raíz de aquello.

Se confirmó la torpeza de José Luis Mendilibar

La pareja de centrales fue una calamidad. Tanguy Nianzou sigue siendo anticompetitivo a causa de sus errores infantiles. Por si fuera poco, Marcão, a quien perjudicó en exceso la compañía del francés, estuvo perdido y demasiado pendiente en apagar sus fuegos y los de su compañero. Los dos salen en las fotos y se erigen como principales protagonistas en ambos goles. Títeres para las balas inglesas. Además, el duelo Acuña-Antony empezó cayendo de lado del brasileño y Montiel tampoco pudo hacerse fuerte ni desplegarse hasta la segunda mitad.

En ataque, el bloqueo llegaba en tres cuartos. Lucas Ocampos (partidazo el suyo) fue el único capaz de generar peligro por derecha con sus constantes uno contra uno con Malacia. Por otra parte, Rakitic volvió a demostrar que este tipo de partidos le superan y estuvo lento e ineficiente en su aportación ofensiva. Mientras que el partido requería un encarador en izquierda que hiciera las veces de Ocampos ante Wan-Bissaka (Bryan Gil), Óliver se diluyó en base a intentos de centrar a pie parado con derecha a un Erik Lamela que daba la impresión que ni el mismo sabía qué podía aportar al juego ofensivo.

El tema del argentino tiene tela. Más allá de que su segunda vuelta esté dejando mucho que desear, ante los ingleses directamente no dio noticias de ser el referente ofensivo que necesitaba el Sevilla FC. José Luis Mendilibar dijo que la intención era buscar posiciones interesantes a la espalda de sus defensores con la velocidad de Erik. Primera noticia. Tampoco mejoró el juego colectivo del equipo ni la circulación del balón, apenas encaró, no tuvo mordiente ni ese instinto que caracteriza a un verdadero nueve y, como era predecible, tampoco fue esa horma en el zapato de los defensores locales a la hora de defender el área. En conclusión, una primera mitad en la que, de lejos, lo mejor fue el resultado.

Los cambios y eso del «Dicen que Nunca se rinde»

Sensaciones encontradas llegados a este punto. Que José Luis Mendilibar no hiciera la gran mayoría de cambios tras el descanso pudo acarrear peores noticias para el Sevilla FC. La realidad es que con la entrada de Jesús Navas en detrimento de Óliver Torres la dinámica apenas se modificó en los primeros minutos. Nianzou y Marcão seguían sufriendo, los hispalenses no se hacían con el control del balón y seguía faltando ese ansiado nueve. Los cambios a mitad del segundo acto le vinieron de perlas. Y no sólo los del técnico vasco, que seguramente llegaron tarde (En-Nesyri entró en el 70), sino los del propio Erik Ten Hag.

El técnico holandés, en un intento de dar refresco con los menos habituales, también contribuyó al subidón nervionense en los últimos minutos. El hecho de que futbolistas como Varane, Martial, Antony o Bruno se retiraran del encuentro y que los cambios de refresco optaran por un fútbol más conservador le vino de perlas a José Luis Mendilibar, que con la entrada del delantero y de Suso llevó el choque dónde el quería.

Durante los últimos compases se vio otro encuentro totalmente distinto: Nianzou y Marcão (quien acabó ofreciendo un gran nivel) ya no sufrían. Montiel y Acuña se volcaron en ataque. Suso agitó el ataque posicional como no pudo Rakitic y Ocampos y Navas entraban como cuchillo en mantequilla para tratar de servirle balones al hombre gol del Sevilla FC. Y se dio el milagro. Algo impensable 20 minutos antes de que ocurriera. Todo supeditado, en su gran mayoría, por ese espíritu ganador que lleva al Sevilla en volandas cada jueves a partir de abril.

 

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