Todavía con la resaca de Varsovia, el Sevilla afrontaba la temporada 15/16 con otras miras, la Champions League. Ese año, pese a haber acabado séptimos en liga, el hecho de haber ganado la Europa League dio al Sevilla el pase directo a la fase de grupos de la máxima competición continental. Tras un paso paupérrimo por Champions, se pasó a volver a competir en la Europa League, la meta era una sola: lograr ser pentacampeones en Basilea
Vuelta a Champions, decepcionante
El sorteo de la Champions no fue benévolo con el Sevilla. El cuadro andaluz quedó emparejado con dos colosos de Europa como el Manchester City y la Juventus. Pese a la victoria en la jornada inicial frente al Monchengladbach, el otro integrante del grupo, el Sevilla se fue desinflando, llegando a la última jornada con la posibilidad de ser últimos del grupo. Sin embargo, una épica victoria frente a la Juventus en el Pizjuán dio al Sevilla la tercera plaza y el retorno a su competición fetiche, la UEFA Europa League.
Un desconocido
Las eliminatorias que tuvo que superar el Sevilla hacia su tercera final consecutiva no fueron un camino de rosas. En primer lugar se enfrentaría al desconocido Molde noruego. El conjunto escandinavo no puso nada fáciles las cosas a los de Emery y llegaron a ganar la vuelta en su estadio 1-0, pero pesó la goleada por 3 goles a 0 que le endosó el Sevilla en el Pizjuán.
Primer viaje a Basilea
En la siguente ronda esperaba el Basel. El conjunto suizo llegaba con la ilusión de ganar la copa cuya final se disputaría ese año en su mismo estadio. El primer viaje del Sevilla a Basilea acabó con un empate sin goles en el que el Sevilla sufrió mucho tras la expulsión de N’Zonzi. La vuelta fue otra historia. Pese a que el Basel recuperaba a su estrella Embolo, que no jugó la ida por sanción, el entrenador optó por no alinearlo de titular, lo cual afectó mucho a la pegada de los suizos. El partido de vuelta acabó con un claro 3-0, por lo que el Sevilla pasaba a cuartos de final.
Duelo español
Allí esperaría el Athletic Club de Bilbao. El duelo español fue brutal, tanto que la eliminatoria tuvo que decidirse en la tanda de penaltis. La ida en San Mamés acabó con victoria nervionense por 1-2, resultado que se repetiría en la vuelta pero a favor del combinado vasco. Tras una disputada prórroga llegarían los penaltis. El Sevilla no falló ninguno, mientras que en el Athletic fallaría Beñat, por lo que el Sevilla pasaba a semifinales. Otro jueves de feria para la historia.
Un viejo conocido
En la última eliminatoria tocaba enfrentarse a un viejo conocido, el Shakhtar Donetsk. La ida disputada en Lviv (debido al conflicto bélico en Donetsk) acabó con un ajustado empate a 2 en un partido donde los locales fueron mejores. El partido dejó también la desgraciada lesión de Krohn-Dehli. El futbolista danés venía siendo muy importante para Emery pero la lesión grave de rodilla que tuvo en este partido le apartó de los terrenos de juegos casi un año, volviendo recientemente ante el Real Madrid. La vuelta en el Pizjuán volvió a ser una noche mágica. El Sevilla quería volver a una final y no dio opciones al Shakhtar al que derrotaría por 3-1. El Sevilla FC estaba en la final de Basilea.
Un histórico en la gran final
Un mes después de lograr el pase llegaba la ansiada final. El rival sería el histórico Liverpool, que eliminó al Villarreal en semifinales privándonos de una final española. Una Emery dispuso su once más competitivo en este su último partido como entrenador del Sevilla. En puerta estaría David Soria, el portero de la Europa League. La defensa la formarían Carriço y Rami, con Escudero y Mariano en los laterales. Centro del campo para Krychowiak, N’Zonzi y Banega. En las bandas Vitolo y la novedad Coke, que ocupaba el puesto de extremo derecho. En punta Kevin Gameiro, indiscutible durante toda la temporada.
Por su parte los ingleses dirigidos por Jurgen Klopp salieron con Mignolet en puerta, Clyne, Lovren, Touré y el ex sevillista Alberto Moreno en defensa, Milner y Can en el doble pivote, línea de tres para Lallana, Firmino y Coutinho y en punta de ataque el delantero internacional inglés Daniel Sturridge.
Coke, el héroe
La final empezó con un Liverpool muy superior. El conjunto inglés llegó al descanso con el marcador a favor gracias a un gran gol de Sturridge. El cuadro dirigido por Klopp fue inmensamente superior al Sevilla en la primera parte, pero en la segunda todo cambiaría. El Sevilla salió muy enchufado y un tempranero gol de Gameiro puso las tablas en el marcador. El Sevilla impuso su juego en la segunda parte, es aquí cuando llegaría el momento de Coke. El lateral/extremo jugó el que posiblemente fue el mejor partido de su carrera, anotando dos goles decisivos para dejar la final más que sentenciada. Cumplidos los noventa minutos el arbitro pitó el final, el Sevilla era pentacampeón de la Europa League, el primero en lograr tal cantidad de títulos y el primero en lograr tres consecutivos.
El final de una era
Basilea fue el final de la era Emery en el Sevilla. Tras tres temporadas y media con el club el técnico vasco se marchaba al Paris Saint-Germain en verano tras dejar tres Europa League en las vitrinas del club y seis finales disputadas. Llegaba un nuevo técnico, Jorge Sampaoli, y un nuevo estilo, el amateurismo. La salida de Monchi meses después dejaría aún más claro que este era el final de una era. Ahora el Sevilla quiere mirar todavía más arriba, quiere aspirar a ser aún más grande en Europa.