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Yo acuso

No sé si Joan Laporta conocerá los entresijos del caso Dreyfus que acabó con Émile Zola en el exilio y privado de sus bienes, pero en palabras de H. Arendt, no fue el caso Dreyfus con sus procesos, sino el affaire Dreyfus en su totalidad, el que ofreció un primer destello del siglo XX. Pues bien, el asunto Negreira, que no el caso Negreira con sus procesos, ofrece un claro destello de lo que es en realidad la liga española. Y es que, por primera vez en bastante tiempo, me siento representado por los directivos del Sevilla Fútbol Club tras su comunicado oficial y las acciones simbólicas emprendidas el pasado viernes veintinueve de septiembre.

Intentaré poner en pie todo lo que este asunto me trae a las mientes, que no es poco, y comenzaré con el instante en el que Sergio Ramos se hace el autogol para gozo de RAC 1, y un aficionado culé, a imitación guardiolesca, lo celebra eufórico y ataviado con una camiseta de Open Arms (Guardiola, que tiene tanto de genio como de cínico, y no me refiero a la escuela de Diógenes, y es capaz de defender el independentismo catalán, cuya financiación algún día nos sorprenderá más aún que los pagos a Negreira and son, inclinarse ante el jeque y ponerse, el mismo día, su camiseta de Open Arms). La imagen tiene valor de símbolo porque ejemplifica la ignominia desde ese cinismo particular hasta el general.

El Barcelona, a través de su caterva de periodistas adocenados, reclama ahora su presunción de inocencia tras diecisiete años pagando al vicepresidente del comité técnico de los árbitros y enarbola, a la vez, la bandera de la transparencia, mientras Laporta se va hinchando cada día más en honor al globo que habrá de estallar, igual que él mismo, más pronto que tarde.

Como Émile Zola, hoy quiero decir: ¡yo acuso!

Acuso al Barcelona de romper con su propia integridad y con aquel pasado que nos hizo admirar a un club señor que revolucionó el fútbol de la mano de Cruyff.

Acuso a Joan Laporta de haber pagado a la empresa del hijito de Negreira 750.000 euros y hacerse hoy el ofendido, reclamando que las responsabilidades deben depurarse tan sólo a nivel interno por ser un asunto (y el alcance de la mendacidad es aquí oceánico) que sólo a ellos concierne.

Acuso a los dirigentes blaugranas de pescar en canteras ajenas para después alimentar el ego provinciano de un factoría edificada sobre un mito más falso que el del Lago Ness. ¿De dónde proceden si no jugadores como Iniesta, Pedri, Messi (campeón del mundo, por cierto, gracias a la pantomima de mundial catarí), Fati, Gavi o Fermín?

Acuso a la Liga de permitir ese mecanismo insondable para otros de las palancas y rendirse ante un club podrido que sólo con lo que trató de defraudar tras el fichaje de Neymar debería estar jugando hoy contra los unionistas de Salamanca.

Acuso a la UEFA de cobardía ante los grandes y crueldad contra los débiles... que se lo cuenten a Osasuna. Y es que,  como dijo el gran Kundera, la verdadera naturaleza de alguien se percibe en cómo se comporta con los débiles.

Acuso a nuestro expresidente del Nido sénior por sus funestas lecciones de la naturaleza del Estado de Derecho y de abismal ambición por el abismo. La justicia podrá absolver al Barcelona igual que a la infanta Cristina, cosa que además creo muy probable por cómo están las togas en España, pero la ética de lo consumado (diecisiete años de paganini incuestionables) puede y debe indignar a los justos, estaría bueno.

Y, por último, acuso a toda la prensa que calla por miedo (y no sé si es por no querer que descubran a los suyos en alguna parecida) mientras acusan al Sevilla Fútbol Club de populista por su comunicado, tal y como ha hecho el grotesco expresidente del Nido sénior... dime con quién coincides en opinión y te diré quién eres.

No se olvide que en 2007, con Laporta y Negreira on fire, el hoy mediático Iturralde hizo lo que hizo contra un Sevilla Fútbol Club que debió ser campeón de liga. Quizás a del Nido sénior, en el fondo, esto no le dolió tanto.

Y dicen que el Barcelona ha roto relaciones con el Sevilla Fútbol Club... Pues sigan llenando el Spotify con coreanos y erasmus, que nosotros tenemos lugares mejores a los que acudir. Quizás, como le sucedió a Zola, sean los honestos los que deban acabar bajándose del barco, ya que (y cito al maestro) cuando hasta tal punto se siembra estulticia y embuste, forzosamente se cosecha demencia.

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