¿Cuántas veces habéis cantado esta frase en el Ramón Sánchez-Pizjuán para animar al equipo? Pues seguro que muchas más que para alentar a la sección femenina. Y qué conste que soy la primera que entona el ‘mea culpa’.
Pero, desde que sigo el fútbol practicado por mujeres, me he dado cuenta de que la afición empatiza más con las jugadoras que con sus homónimos masculinos. ¿Será por la cercanía de estas? No me cabe duda.
Es cierto que las gradas del Jesús Navas no se llenan a rebosar, que apenas se escucha a un sector del público gritar durante el encuentro y que los visitantes son mas ruidosos. Pero el equipo, este equipo femenino del Sevilla FC, puede estar seguro de que ese pequeño sector las seguirá vayan donde vayan y pase lo que pase. Aunque, a veces, les toque animar en la distancia.
Esa es la gente que acude a la tienda a serigrafiar la camiseta con sus nombres, la que desecha el parche de la Liga Santander por el de la Primera Iberdrola solo para llevar la misma camiseta que lleva su jugadora favorita. Es el mismo grupo que un domingo madruga y pone rumbo a Huelva para acudir a la jornada 3.
Este año, la guerra por los derechos televisivos impide a los aficionados sevillistas ver por televisión a su equipo. Por suerte, el club es uno de los pocos que cuenta con conexiones radiofónicas, siempre que no coincida con el masculino o el Sevilla Atlético, claro. Pero eso ya es una lucha que tocaremos otro día.
Mientras, estoy segura, esa afición quiere que su equipo sepa que van a estar por y para ellas. En las victorias, pero también en la amarga derrota. En los partidos que juegue como local y, más si cabe, en los que juegue fuera.