Día a día, somos partícipes de llamadas mediáticas cuya finalidad no es otra que contribuir a la denuncia de situaciones de violencia de género. A comienzos de este nuevo año, el teléfono 016 vuelve a ser el protagonista de titulares que, junto a una multitud de campañas que incitan a la toma de conciencia y oleadas de noticias lamentables, lanzan mensajes ciertamente llamativos. Pero por desgracia, tras las palabras “si tu chico te controla el móvil, cuéntalo”, seguimos siendo testigos de más muertes mortales. Más muertes, más víctimas, más mujeres que han sufrido en silencio y todas ellas, protagonizan un deplorable “enero negro”. Son mujeres que, en su equivocado intento de mantener la confidencialidad de sus angustias, han alcanzado la denominación de víctimas mortales. Y el número continúa como también lo hacen los datos. Porque, queridos lectores, hablamos de una cifra de ocho mujeres fallecidas en tan solo 31 días. Atendiendo a la objetividad de los datos, este “enero negro” culmina con la cifra más alta de víctimas mortales por violencia de género desde el 2012.
Y tras el párrafo anterior, quizás sean muchos los que no encuentren relación con el fútbol. Sería un claro error recurrir a un campo de generalizaciones cuando no en todos lo terrenos de juego se presencian por ejemplo, cánticos sexistas. Cánticos que, explícitamente regalan la razón al maltrato. Y sí, es necesario tirar del sensacionalismo porque la gravedad del asunto lo merece. Hablamos de cánticos que se levantan en un marco de conciencia, se mueven en un terreno social donde no debería existir tal juego de palabras. Es necesario que las aficiones aprecien la importancia de ello. Jugar con el maltrato es sinónimo de levantar cánticos que lo favorezcan. Voces como “Rubén Castro alé, Rubén Castro alé, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien”, parecen indicar que la cantidad de muertes por violencia de género no significan nada. Es respetable que el fútbol signifique mucho para los aficionados, pero de ningún modo estará por encima del respeto a las víctimas. ¿Alguien recuerda la merecida sanción que se le impuso a la afición bética?
En fin, determinadas aficiones parecen ser especialistas en provocar que lo personal esté presente también en el campo. “Shakira es de todos”, una pancarta que según advierte el grupo de animación del Espanyol, no tenía como finalidad atentar la dignidad de la cantante. Sin embargo, tales palabras fueron puertas abiertas a interpretaciones machistas. ¿Son las mujeres objetos que los hombres pueden poseer? Un ejemplo y una pancarta más, que arremetió contra una mujer que no estaba convocada en la alineación del terreno de juego. Es un machismo que para muchos se torna en humorístico, un “humor” que no apoyarían aquellas personas capaces de apreciar el telón de las palabras.
El fútbol, el deporte por excelencia más practicado de nuestro país y además aquel que a opinión personal, podría constituirse como instrumento de gran utilidad contra la violencia de género. Millones de aficionados son testigos de cada pase, gol y pancarta, de esta forma, las gradas pueden ser empleadas para apoyar a todas aquellas mujeres que sufren en silencio. No cabe duda de que los campos sugieren un escenario perfecto para guardar silencio tras una tragedia, pero también, podrían convertirse en terrenos de respeto, conciencia y sobre todo, apoyo a las víctimas. La clave reside en la sustitución de mensajes machistas, por mensajes contra el maltrato. Sin duda, un legado que debería estar presente en cada estadio con el gran reto de infundir una sola actitud: el respeto.