Si ustedes siguen esta columna de opinión semanalmente, además de agradecérselo infinitamente, sabrán que, desde hace ya bastante tiempo, y lo mismo que un cristalero, tengo cierta obsesión por las ventanas. Y ahora que estamos en pleno parón de selecciones (que, por cierto, es todo lo contrario, porque es cuando las selecciones intervienen, no paran), creo que es buen momento para reflexionar sobre el tema.
Según la RAE, que es esa institución que tiene el mismo lema que un abrillantador de muebles, el término “ventana” tiene numerosas acepciones, desde la más común “Abertura en un muro o pared donde se coloca un elemento y que sirve generalmente para mirar y dar luz y ventilación” hasta el “Recuadro en la pantalla de una computadora u otro dispositivo electrónico cuyo contenido puede manejarse independientemente del resto”, pasando, ahí es nada, por “Cada uno de los orificios de la nariz”.
Sin embargo, en ninguna parte del Diccionario, y mira que son gordos los diccionarios, aparece referencia alguna sobre esa tontería que nos hemos inventado ahora de “la ventana de selecciones” o “la ventana de cambios”. Si yo tuviera que relacionar el fútbol con las ventanas, lo más lejos que llegaría sería al balconing, que igual que el fútbol, también lo inventaron los ingleses. Por lo demás…
En la película “La ventana indiscreta”, Alfred Hitchcock pone a James Stewart a espiar al vecindario con unos prismáticos desde el salón de su casa. Por una simple regla de tres, la “ventana de selecciones” sería espiar lo que hace Isco en la concentración de La Roja previa al partido. Ah, no, que el emvipí no está ni convocado… Entonces, a Borja Iglesias. Ah, que tampoco… Joé, pues a Navas no lo vas a espiar, que lo tienes todo el día a la vista de todo el mundo en Los Palacios…
Por su parte, la llamada “ventana de cambios” sólo me trae a la cabeza una sucursal bancaria donde un empleado aburrido y con ganas de jubilarse te entrega en dólares una cantidad de dinero parecida, retenciones y comisiones mediante, a la que tú le has entregado en euros. Y el banco se queda tan satisfecho como cuando el Sevilla Fútbol Club cambió a Isco por cuatro banderines nuevos para los córneres del Sánchez-Pizjuán.
Aunque quizá esto último deberíamos agregarlo al término “ventana de fichajes”, que hay dos, la de verano y la de invierno, salvo si eres Mbappé y el Real Madrid, que más que ventana, la cosa ya parece más un mirador.
Tengo un amigo, Guillermo Fesser (sí, el de Gomaespuma) que me dedicó su primer libro con la frase “Para Eduardo, un abrazo con ventanas al patio”. Y es que, puestos a mirar por la ventana, yo sigo prefiriendo ver a través del patio a la vecina de enfrente que a la selección española de fútbol o al último fichaje del mejor equipo del mundo a la derecha de una palmera. Para eso, si tienen que llamarse por narices ventanas, que vengan con sus correspondientes persianas, por favor.
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Nota del Autor: Las ventanas están hechas para mirar al exterior, a ser posible de día, que es cuando hay más visibilidad. Y esto me recuerda (fíjense ustedes qué bien traído) que este viernes, día 17, a las ocho de la tarde, presento mi último libro, que curiosamente se titula “EXTERIOR.DÍA”, en la peña Al Relente. Estar rodeado de amigos es lo mejor que le puede ocurrir a uno. Yo creo que escribo libros para eso. Así que están todos ustedes invitados. Estoy convencido de que vamos a pasarlo de cine.