El Sevilla FC salió de Pamplona con un punto bajo el brazo, el mismo que muchos sevillistas firmaban antes del encuentro. Pero, también, es el mismo que, tras el pitido final, supo a muy poco en Nervión, ya que el partido de los visitantes fue superior, al menos, en la segunda mitad.
Cambió las fichas
Julen Lopetegui, quien dijo en rueda de prensa que en todo momento fueron a por la victoria, retocó un poco el once que nos tiene acostumbrados a ver. El técnico vasco hizo cambios en el once en un encuentro del que, pese a la posibilidad real de vencer, se saca un gran resultado. El Sadar es un estadio muy complicado, de esos en los que el ambiente de fútbol se respira en los aledaños y que el público es el jugador número doce. El conjunto sevillista, tras hacer prácticamente todo bien, pecó, una vez más, de perdonar ocasiones clarísimas. Los visitantes llegaban, sobre todo en la segunda parte, como aviones al área rojilla, aunque sin lograr acabar con gol. Eso sí, el técnico nervionense acertó de pleno en suplir a Lucas Ocampos por Munir. El hispano-marroquí, además de ser el autor del gol que abría el marcador, fue peligro constante por la banda derecha.
La magia de siempre
Esta temporada, eso de tener una plantilla tan equilibrada y competitiva, complica, a veces, en demasía el hecho de destacar un jugador. Este no fue el caso del encuentro vivido en El Sadar, pues pese a la gran actuación colectiva, brilló el «10» por encima del resto. Éver Banega, quien, perfectamente, puede que esté en su mejor momento, dio un verdadero recital de pases, para el ser humano medio, imposibles. El argentino, quizás, sea el jugador más amado y a la vez criticado en el barrio de Nervión. Su manera de jugar tan pausada, incluso en el campo propio, hace enamorar a la par que paralizar los corazones sevillistas. En Pamplona estuvo en modo mago, el tipo de Banega que gusta en el Ramón Sánchez Pizjuán, la pesadilla para cualquier rival.
Un punto agridulce
Si, sin pensarlo, destacábamos a Éver Banega como el hombre del partido, menos hay que pensar para saber lo peor del encuentro, un punto que sabe a poco. Aunque si es cierto que, en las tertulias de las peñas y bares sevillistas, la tónica general era la conformidad con el empate, con ese dichoso punto. Los nervionenses visitaban El Sadar con muchísimo respeto, el mismo que mostraba en rueda de prensa el técnico rival, Jagoba Arrasate, por el propio Sevilla FC. Aún así, se dieron ciertos puntos en el encuentro, como la expulsión de Oier o el magnífico despliegue táctico y físico de los visitantes, que hizo que, ese dichoso punto, se convirtiera en algo insuficiente. Aunque, analizándolo fríamente, es un punto que recuerda a la victoria por la mínima en Granada. Se valorará más con el transcurso de las jornadas.