Un domingo sin fútbol

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Mientras que la pelota esté rodando, los aficionados podemos vivir cualquier cosa que se nos presente, incluso que se nos prohíba la entrada a los estadios y que se mantenga dicha prohibición sin razón ninguna. Cuando las autoridades han dado el visto bueno hasta a la instalación de la calle del Infierno, aunque no haya Feria, no se entiende que las puertas de los campos de fútbol de los equipos profesionales sigan cerradas con la excusa de evitar la propagación de la pandemia. ¿Qué pasa, que al virus no le gustan los ‘cacharritos’ y sí es aficionado al fútbol? Parece ridículo que se vea ya algo de público en actividades y espectáculos al aire libre, como los toros por ejemplo, y en escenarios cerrados como los teatros y los cines y, sin embargo, se mantenga la prohibición de entrar en los estadios de fútbol. Una más de las decisiones arbitrarias y absurdas que adopta nuestra dirigencia política y que los ciudadanos asimilamos.

Sin embargo, a lo que no se acostumbra uno es a que no participe nuestro equipo, nuestro Sevilla Fútbol Club, en los partidos del fin de semana, por mucho que la pelota siga rodando para la competición de las selecciones nacionales. ¿A alguien le sigue importando lo que le pase al combinado español? Reconozcamos que desde que somos conscientes de que van a pasar muchos años hasta que España vuelva a ser un actor importante en el concierto internacional hemos dejado de prestar atención al devenir del conjunto de Luis Enrique, un seleccionador que está regalando la camiseta de la selección a cualquier jugador que encadena un par de partidos buenos. El último ejemplo lo tenemos precisamente en un sevillista como Bryan Gil, cuyo gran mérito para ser llamado al que debe ser el grupo selecto de los mejores jugadores del país es haber tenido una buena racha durante un mes en un equipo que se encuentra en puestos de descenso.

No nos vengamos arriba. Es evidente que el barbateño tiene condiciones para ser un excelente futbolista, que su futuro tiene perspectivas de ser exitoso, que a buen seguro que la élite va a ser su lugar natural; pero no es menos evidente que ya se han visto muchas futuras estrellas que se quedaron en bluff por el exceso de prisas al elevarlos a las alturas. Todo proceso lleva su tiempo y el de consolidación de un futbolista en la élite, también; por mucho que el sentimiento sevillista induzca a un exceso de euforia.

Del mismo modo que tampoco parece oportuno otorgarle a Bryan una camiseta de titular en el Sevilla Fútbol Club de la próxima temporada, ya sea porque estamos ávidos de que nuestro ‘16’ siga siendo portado por uno de los nacidos futbolísticamente en la carretera de Utrera y le consideremos el relevo natural del gran Jesús, de apellido Navas. Démosle a la plantilla de nuestro equipo el valor que se merece pues no en vano para ser un fijo del once inicial en un Top 10 continental hay que hacer mucho más méritos de los que hasta ahora ha hecho el ‘beatle’ de Barbate; del mismo modo que hay que pedirle más sacrificio y más trayectoria a los chavales del filial que sueñan con vestir algún día la camiseta del primer equipo con la que escuchar el himno de la Champions los martes/miércoles.

Lo que sí parece conveniente es otorgarle a esos ‘futuribles’ la confianza necesaria para instalarse en el primer plantel sin ponerle por delante a Idrissis ni Ronys López que entorpezcan su crecimiento. Puestos a darle oportunidades, mejor que sean aprovechadas por canteranos con proyección de futuro antes que por fichajes frustrados que difícilmente van a justificar el montante que costaron. Aceptemos que todos los directores deportivos, incluso Monchi, tienen un porcentaje de operaciones fallidas y no se caiga en el doble de error de unir a un mal gasto de dinero el fallo de cortar la progresión de una joven promesa.

Razonamiento éste igualmente aplicable a la permanencia de determinados futbolistas en la primera plantilla cuando el tiempo transcurrido demuestra que su rendimiento nunca va a llegar al nivel de óptimo. Cabría aquí ponderar si es conveniente afrontar una renovación de Escudero mientras Pablo Pérez deambula por los campos de la ciudad deportiva del Sevilla Fútbol Club sin saber si pertenece al filial o a la primera plantilla ya que, lesión aparte, en ninguno de los dos planteles dispone de minutos de juego.

Caminos largos, a pasos cortos, sin duda, pero también rumbo cierto y sin vaivenes para maximizar los rendimientos.  

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