Mensaje del Sevilla Fútbol Club a los ocho oponentes que le restan en esta temporada: “Ni aunque me metas tres goles, me vas a ganar”. O si lo prefieren: “Puedo tener una mala primera parte en la que me ganarás pero, aún así, voy a meterte dos goles y en la segunda parte te pasaré por alto”. No es sólo que este equipo nunca se rinde, es que el Sevilla FC de Julen Lopetegui, incluso en su peor versión, es capaz de resurgir y doblegar a cualquier rival.
El mensaje de ayer en Vigo se une al que emitió la jornada anterior ante el líder de la competición, de tal manera que, a día de hoy, sólo se puede certificar cuáles van a ser los cuatro equipos que jugarán la próxima temporada la Liga de Campeones representando a España. Sin embargo, nadie se atreva a poner orden a la tabla clasificatoria en lo que respecta a las cuatro primeras plazas porque el equipo de JLo no tiene pinta de querer utilizar el colchón de 14 puntos que lleva sobre sus perseguidores para dormir; más bien al contrario, lo utilizará para soñar con subir otro peldaño.
No está el conformismo en el ADN del Sevilla FC del siglo XXI. Esa actitud quedó atrás en la centuria pasada cuando una clasificación para la UEFA era un éxito y se hizo habitual cantar en el Sánchez-Pizjuán “otro año igual” una vez que se esfumaba la posibilidad de disputar competición europea.
Las nuevas generaciones del sevillismo ya no toleran quedar sin objetivo por el que pelear hasta el último pitido de la última jornada, por lo que, mientras quede alguna opción de conseguir un reto superior, está prohibido bajar los brazos. En esta tesitura no se trata ya de conservar la cuarta plaza clasificatoria que se consiguió en la primera vuelta liguera con dos partidos menos que el resto, sobre todo teniendo en cuenta que la ventaja sobre los perseguidores es de dos dígitos a falta de poco más de una veintena de puntos y de que sus trayectorias tampoco son realmente amenazadoras. De hecho, en la pasada jornada, ninguno de los tres inmediatos rivales ha conseguido sumar tres puntos. De lo que se trata en este punto de la competición es de asaltar el podio y no conformarse con ser el cuarto en discordia.
Esa consideración de ser ‘el cuarto’ no debería entenderse desde un punto de vista ordinal sino más bien desde una concepción temporal. Hasta ahora los puestos de Liga de Campeones han estado reservados tradicionalmente para tres equipos y el Sevilla FC de Julen Lopetegui quiere ser el cuarto en incorporarse a esa élite preestablecida, aunque no por ello deba significar la asignación por anticipado de ese puesto en la clasificación. El propósito no debe consistir en ‘ser el cuarto’ sino en ‘ser uno de los cuatro primeros’.
Para alcanzar dicho objetivo, habrá que sacar provecho de una desgracia y apelar al ‘no hay mal que por bien no venga’. Con los dedos de una mano se cuentan los sevillistas que no quedaron enojados por la eliminación en la semifinal de la Copa del Rey y en los octavos de la Liga de Campeones por el Borussia de Dortmund a principios del mes de marzo. Un mes después, la mayoría de ellos se darían con un canto en los dientes si el descanso físico y mental que supone para los futbolistas no jugar miércoles y sábado se traduce en mantener hasta el último suspiro de la competición la pelea por una cota superior a la ya alcanzada cuarta plaza. Sólo en dos jornadas el equipo de Julen Lopetegui se ha distanciado cuatro puntos más con respecto al quinto puesto, lo cual da muestras de su superioridad con respecto a los que le miran la espalda.
Aún así, y por fortuna, en una demostración más de sabiduría, la afición sevillista reniega de los habituales comentarios que florecen a lo lejos de la Giralda respecto a una supuesta candidatura por el título liguero, desechando cualquier otra pretensión que no sea más que subir al siguiente escalón. De nuevo el refranero ofrece una certera sentencia: ‘caminos largos a pasitos cortos’. Así se entiende mejor el sentir sevillista.