Tras las victorias de sus rivales por el título, al Sevilla FC sólo le quedaba colocar palabras de triunfo en las noticias de hoy martes y no ha sido así. Los de Julen Lopetegui no estuvieron a la altura en un encuentro que terminaron como pollos sin cabeza, intentando espantar la ansiedad del paso de los minutos después de no cerrar el choque en el primer período, cuando dominaron a un Athletic Club que salió de Nervión con mayor premio del merecido. Se escapa así el sueño de LaLiga, lo cual no debe embarrar la hazaña de que los sevillanos se hayan descolgado de la cabeza a cuatro partidos del final. Sin embargo, tampoco hay que dejar sin señalar el mal papel del equipo blanquirrojo en una ocasión en la que le han temblado las piernas.
El Sevilla FC de las malas noticias
Nueve partidos encadenaban los bilbaínos sin ganar en el Sánchez-Pizjuán y, de estas diez últimas, han vencido en la que más se jugaba el conjunto andaluz. Fiel al partido a partido, Julen Lopetegui no escatimó en nombres y sacó al equipo de gala, acaso dejando fuera a Jordán por Rakitic, siendo estas las únicas piezas que el de Asteasu ha venido intercambiando en los últimos partidos. Tanto Koundé, que si todos fuésemos como él los médicos no comerían, como los también amonestados Navas y Acuña, entraron en un once que mostró su mejor cara en el primer tiempo. Fue entonces cuando se vio al Sevilla FC más reconocible, sin noticias del que se vería en el segundo tiempo. Los hispalenses amasaban el balón y no daban respiro a un Athletic que sólo pudo ampararse en la inspirada noche de su portero, que sacó dos manoplas salvadoras a En-Nesyri.
Sin embargo, otra historia fue el segundo tiempo. Desde el principio, los de Marcelino apretaron más a un Sevilla en el que, con el paso de los minutos, crecía un agobio que terminó cegando a un Julen Lopetegui que sacó al verde a futbolistas como Mudo y Óscar, apenas prescindibles esta temporada. Y así se llegó a unos compases finales en el que el equipo nervionense terminó agolpándose en el área rival sin ideas claras e incapaz de echar la cuerda a un león enjaulado que, al final, lanzó su zarpazo a traición a un enemigo que pasó de ser domador a presa. Una presa que terminó siéndolo, víctima de sí misma por no saber administrar unas circunstancias, como lo eran el saber qué habían hecho Atlético, Madrid y Barcelona, que pudieron con sus ganas y su ilusión. Porque, a veces, no basta con eso.
Un equipo que baila a ritmo de tango
Con permiso de Fernando, Navas o Koundé, que siempre son la envidia del resto a la hora de mirar el tablón de notas, hoy ha habido tres futbolistas que pueden valer para explicar este Sevilla FC a quien no tenga noticias de él. Por un lado están las ganas de un Lucas Ocampos, que lo hacen un activo imprescindible. Pese a que el de Quilmes comenzó el partido con fuerza, desfogándose por toda la banda, con la casta y el coraje que tanto necesitan el equipo y Julen Lopetegui, no termina de estar fino y la angustia que se le ha vuelto a ver cuando no consigue hacer con el balón lo que tiene en la cabeza, ha hecho que vaya de más a menos en el partido. Pese a ello, empujó al Sevilla en sus mejores momentos.
También ha sido así el caso del Papu Gómez. El bonaerense, por su parte, es el que más juego aporta a las líneas sevillanas. Comenzó el partido muy participativo, creando varias combinaciones que dotaron de velocidad a un Sevilla que asedió a su rival. Ya en la segunda parte, como el resto del equipo, el Papu, que en poco tiempo ha conseguido convencer al míster y ya lleva el timón, se fue diluyendo hasta la sustitución.
Y de estos, el último, y más destacado hoy, es Marcos Acuña. El de Zapala, dueño y señor de la zurda de Nervión, y una de las mejores noticias del Sevilla FC este curso, anoche volvió a brillar. Lejos de estar amedrentado por la amenaza de esa quinta tarjeta que lo dejara sin ir a Valdebebas, el Huevo no sólo resguardó su lugar, respaldado en ocasiones por Ocampos, sino que de sus botas nacieron dos pases de gol a En-Nesyri, que terminaron siendo anulados por Unai.
Rakitic, el imposible de Julen Lopetegui
De nuevo el croata vuelve a ser la peor nota del equipo. Este va a terminar como empezó: insulso e insuficiente. Iván Rakitic volvió a entrar en el once por Jordán. Y el resultado fue el echar de menos al catalán. Bien es cierto que la segunda parte del Sevilla FC, y la consecuente derrota, han lanzado sobre las noticias del partido un velo oscuro sobre el plantel hispalense. Por ejemplo, a Suso se le ha vuelto a ver sin magia y ha sido de nuevo el primer cambio, a En-Nesyri se le ha visto fallón y a Diego Carlos superado en ciertos momentos y tarjeteado prematuramente. Sin embargo, el caso de Rakitic es el más preocupante por el nivel mostrado a lo largo del curso, muy lejos del 10 que necesita el equipo.
Casos aparte son los minutos de un De Jong que no ha rematado nada, de un Mudo cuya aparición se sabe porque así se lee en las crónicas del partido, de un Óscar que lleva medio curso sin contar y de un Óliver Torres, que hasta la llegada del Papu se vislumbraba como posible mejor pareja de baile para Jordán y Fernando en la medular, que ha sumado unos minutillos anecdóticos. Todos ellos jugadores cuyas salidas han sido, más que una solución, un síntoma de la ansiedad de un Julen Lopetegui que, por mucho que haya intentado enmascarar, estaba ilusionado como pocos en dar la campanada.
Hoy se cae de la cuerda un equipo que no puede dejar de estar orgulloso de sí mismo. Un equipo con el que nunca se contó, pero que, según ha arengado Monchi tras el pitido final, ha venido para quedarse. Porque para conseguir algo, primero hay que empezar a creer en lograrlo. Y de eso bien sabe el Sevilla FC.