Todos los factores se dieron cita este pasado domingo para que se viviera un partido espectacular. El Sevilla recibía al Atlético de Madrid, Gameiro volvía a Nervión y el agua hacía acto de presencia para añadirle más picante al encuentro.
El Sevilla se aclimató
Las previsiones meteorológicas ya vaticinaban el agua que iba a caer sobre el Sánchez Pizjuán a la hora del partido. Al igual que el cartel de no hay billetes, aficionados y lluvia no faltaron a su cita para ser testigos de un choque de varios quilates.
El césped aguantó
A pesar del agua que no dejó de caer durante los 90 minutos, el verde de Nervión no falló y permitió que el esférico corriera sin frenarse salvo en contadas ocasiones. Esto propició que Jorge Sampaoli y los suyos pudiera ofrecer a la afición nervionense un auténtico recital de fútbol.
Simeone por su parte, con desesperación en ciertos momentos del partido, solo pudo aguantar las embestidas de su homólogo argentino y ver como Nervión apretaba de lo lindo para que los puntos no se escaparan.
Imágenes de antaño
Por un momento en el Sánchez Pizjuán, los más veteranos del lugar rememoraron un fútbol como el de antaño. El espectáculo balompédico de hace décadas estaba marcado por una televisión en blanco y negro, futbolistas más humanos y menos estrellas y encuentros en los que la pizarra servía de poco, usándose más la fuerza y la garra.
En ciertos compases del encuentro con la lluvia como perfecto adorno se empezaron a ver jugadas al límite, entradas rozando la ilegalidad y sobre todo un Sevilla que no se amilanó en dicha situación. Los nervionenses metían el pie y luchaban cada esférico como si fuera el último sin importar quien estuviera delante.
Casta y coraje
El himno clásico del Sevilla dice ‘el equipo de la casta y el coraje‘ pues ante el Atlético de Madrid salieron a relucir más que nunca esos versos compuestos por Ángel Luis Osquiguilea de Roncales y su hermano Manuel allá por 1983. La pelea tuvo recompensa pero a buen seguro que en caso de haber caído derrotados la afición de Nervión les habría brindado una sonora y merecida ovación.