Desde que se empezara a fraguar el fichaje del Papu Gómez, sus ya compañeros se han entretenido en derrotar a tres equipos de Primera división -sí, de Primera división, por mucho que algunos quieran minusvalorar al Valencia que vino al Sánchez-Pizjuán en Copa-, anotando ocho goles y sin ver perforada su portería. Parece como si la plantilla del Sevilla Fútbol Club se hubiera rebelado contra la llegada de refuerzos o como si quisiera mandarle al Papu un claro mensaje en el sentido de que, para entrar en el once inicial, hay que jugar mucho y bailar poco. En esta misma dirección se encaminaba la respuesta de JLo al ser interrogado por el dichoso bailecito que ha hecho famoso al futbolista argentino.
-¿Qué baile?- replicó el técnico vasco, quizá haciéndose el sueco ya que resulta imposible haberse abstraído a los miles de comentarios que han plagado la vida sevillana en las últimas semanas a santo del infantil movimiento. A buen seguro que JLo sabía sobradamente de qué le estaban hablando, pero fue su particular forma de situar el debate donde debe estar: en el fútbol, y no en la danza. Para que el Papu vaya aprendiendo que, si quiere jugar en este equipo, deberá sudar, trabajar, sufrir, como el que más, porque no está este Sevilla Fútbol Club para que venga nadie con bailecitos a descomponer lo que con tanto esfuerzo ha construido el actual cuerpo técnico sevillista, lo cual se agradece sobremanera desde la vertiente del aficionado.
Porque, a diferencia de lo ocurrido en los últimos años, el mes de enero que se ha marcado la escuadra sevillista ha sido como para recurrir a la sabiduría popular e implorar a la virgencita que me quede como estaba: 7 victorias, un empate y una derrota, con 17 goles a favor y 6 en contra, a lo que habría que añadir otros detalles de calidad. En cinco partidos Bono no ha tenido que recoger el balón de su portería; el debate sobre la efectividad goleadora se ha zanjado de un plumazo al colocarse En-Nesyri en lo alto de la tabla del Pichichi; algunos jugadores, como Suso o Jordán, han consolidado su peso específico en el equipo; y sobre todo se ha implantado una dinámica ganadora con tanta superioridad que parece como si no costara derrotar a los rivales.
Para calibrar fielmente la consistencia que ha alcanzado el equipo hagamos un simple ejercicio comparativo con Ipurúa como escenario. En la temporada pasada, una inoportuna lesión de Daniel Carriço obligó a la incorporación de Koundé, quien protagonizaría acciones que contribuyeron a que se esfumaran tres puntos que ya se acariciaban. Sin embargo, el pasado sábado el Sevilla Fútbol Club salió triunfante de ese mismo estadio después de haber disputado toda la segunda parte con una defensa plagada de suplentes (Aleix-Koundé-Gómez-Rekik), debido a lesiones de los titulares, sin que el nivel de sosiego de la afición se alterara lo más mínimo. Antes al contrario, sorprendentemente Sergi Gómez se desempeñó con solvencia, y Aleix Vidal volvió a demostrar que la ausencia de Jesús Navas no deja un hueco imposible de cubrir, pues el catalán cumplió sobradamente, hasta el punto de proyectarse en ataque con criterio facilitando la asistencia del gol de la tranquilidad. Lo del costado izquierdo sin Acuña es otro cantar, aunque no se puede dudar del empeño e interés que le pone Rekik en su cometido. Pretender que el holandés se desempeñe como el argentino es como pedirle a un oculista que te saque una muela.
La consecuencia de toda esta concatenación de hechos es que, una vez iniciada la segunda vuelta del campeonato liguero, ahí está nuestro Sevilla Fútbol Club porfiando con los dos todopoderosos del fútbol español por ocupar la segunda plaza de la clasificación, con una trayectoria copera a un paso de las semifinales y esperando sin miedo a dirimir los octavos de final de la Liga de Campeones.
A un equipo en esta envidiable situación es al que se incorpora el Papu Gómez. Sin duda que será bienvenido si viene a mejorar este cuadro con el fútbol de calidad que dicen que atesora. Es de suponer que alguien le habrá advertido ya de que a JLo lo que le sirve sobre el césped no son bailecitos sino trabajo y compromiso con el equipo, que ya vino una figura mundial que pretendía hacer “cosas chingonas” y no duró por aquí ni media temporada. La proyección mediática, la influencia en redes sociales, la parafernalia intrascendente, son méritos que cotizan poco para el míster sevillista en el momento de confeccionar el once que saltará al campo, lo cual es muy de agradecer para que se mantengan las muchas virtudes que JLo ha imprimido al equipo para que se pueda utilizar esa denominación en toda su extensión.
Si de lo que se trata es de reforzar al equipo con vistas al tramo decisivo de la temporada, bienvenido sea el Papu y su fútbol. Quédese el baile para la Feria, cuando se pueda volver a ella.