Julen Lopetegui no se va a enterar

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Nos va a ocurrir ciento y mil veces y el entrenador del Sevilla Fútbol Club no va a cambiar porque su idea del fútbol es así, por lo que deberemos ser nosotros, los aficionados, quienes debamos acostumbrarnos a que el sufrimiento va a ser inherente a la estancia de Julen Lopetegui al mando de nuestro primer equipo. Ofrecerá el míster mil excusas sobre la acumulación de partidos, el cansancio físico y mental de los futbolistas, la extensión de la temporada, la competitividad de los rivales, etc, pero cuando un mismo hecho se repite con machacona insistencia los argumentos se convierten en mentira.

Ese hecho reiterativo es la desconexión, o mejor dicho, la falta de competitividad.

Salió desconectado el Sevilla en la Liga de Campeones en el partido ante el Chelsea y el resultado fue una doble derrota, ante los ingleses y ante el Real Madrid posteriormente. Y al igual que en tantos otros encuentros ligueros, también lo hizo el sábado frente al Valladolid para ceder un empate absurdo que supone perder esos puntos que tanto se echan en falta al final del campeonato. Si la estrategia inevitable de JLo es especular después de haberse puesto por delante en el marcador, preferible será que los goles vengan todos los días a partir del minuto 85, pues resultaría más factible obtener el triunfo final.

Horas después de la desgracia, sofocado el descontento por el fracaso del técnico, leídas las opiniones de los protagonistas sobre el desaguisado, aún resulta menos comprensible lo sucedido pues nadie es capaz de ofrecer alguna solución que evite esta sucesión de desencantos que nos sacude ya con demasiada insistencia. De hecho, escuchar al entrenador provoca aún mayor más desazón ya que su diagnóstico del problema es impecable, pero no se pronuncia sobre cómo evitar esa falta de competitividad que muestran sus pupilos en demasiadas ocasiones ya. Las disertaciones pospartido de JLo en estas ocasiones se asemejan a las de un médico que diagnostica a un paciente una enfermedad mortal sin ofrecerle el más mínimo tratamiento, lo que irremediablemente sembraría el desasosiego ante un desenlace fatal inminente. Es, sin duda, la peor de las sensaciones puesto que no permite tener ninguna esperanza de curación.

Por suerte que hoy ya es martes y vuelve a haber partido, esta vez ante el Valencia, con lo que supone de oportunidad para olvidar la desazón que nos ha inundado a todos los sevillistas los tres últimos días después de tamaño patinazo sin contestación. Han sido tres días en los que ha cundido la resignación: el Sevilla Fútbol Club de Julen Lopetegui es y será siempre así. Los equipos adquieren siempre la personalidad de su entrenador y el nuestro nunca dejará de ser este hombre cadencioso con cara de profesor resignado de Matemáticas que se conforma con cobrar a final de mes aunque sus alumnos no aprendan un pimiento, de ahí que la ausencia de competitividad emerja en no pocas ocasiones en las que el técnico sevillista le coge asco al partido.

¿O acaso nos creemos que el míster es distinto a cualquier otro ser humano? De la misma forma que hay jugadores que se sienten incómodos jugando un determinado encuentro, o que un torero no está a gusto delante de un toro, o que un cantante no está motivado ante un público concreto, a JLo también parece que se le desconecta el cerebro algunas veces en las que lo único que espera es que el árbitro pite el final del encuentro para irse a su casa. Para su fortuna, este dichoso covid que nos inquieta ha despoblado el Sánchez-Pizjuán porque, de lo contrario, en un solo mes se habría montado en su vehículo después de escuchar tres sonoras pitadas porque los sevillistas podemos tolerar muchas cosas pero nunca acogemos con agrado que nuestros futbolistas dejen de pelear por la victoria. En esos momentos la sangre roja también hierve pero ira.

En un proceso admirable y glorioso, Julen Lopetegui ha sido capaz de recorrer un camino difícil al transformar en simpatía la inquina con la que fue recibido. Sin embargo, la sabiduría popular dejó hace siglos acuñado que ‘del amor al odio sólo hay un paso’, por lo que bien haría en no tentar a la suerte ya que el regreso del público a los estadios puede estar a la vuelta de la esquina.

Entre las temporadas 2007/08 y 09/10, el Sevilla Fútbol Club cerró una de sus mejores etapas desde el punto de vista clasificatorio con un quinto, tercer y cuarto puesto. Casi nadie se acuerda de quién fue el entrenador artífice de esa racha. ¿Habrá algo más triste? Pues a eso se expone Julen Lopetegui, a conseguir éxitos pero no ser recordado por ello. Le convendría parafrasear la habitual recomendación financiera “rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras” para concienciarse de que “aplausos pasados no garantizan aplausos futuros”. Si quiere ser elogiado hoy, deberá ganárselo hoy. Así ha llegado el Sevilla Fútbol Club a colocarse en el Top 10 del fútbol europeo y así debe seguir siendo. El empate del sábado es sencillamente impropio del actual Sevilla.

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