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Ambición vs. autocomplacencia

De la autocomplacencia a la mediocridad sólo hay un paso. La ambición, sin embargo, es el paso previo a la excelencia. Cada cual adopta en la vida la actitud que mejor le viene a su personalidad, así que no hay opción cuestionable. Es cuestión de opiniones y, por tanto, todas son respetables. Se aceptan todas las valoraciones emitidas desde las instancias del Sevilla Fútbol Club respecto a la temporada recién finalizada pero debe respetarse también a quienes hayan podido ver un exceso de autocomplacencia en dichos pronunciamientos.

El equipo que ha dirigido Julen Lopetegui ha establecido en esta campaña recién concluida numerosos registros históricos que muestran la extraordinaria labor realizada y que le hacen acreedor a una nota alta de valoración de la campaña. A lo largo de los meses, en La Colina de Nervión se ha ido dando a conocer cómo se iban marcando máximos históricos en numerosos parámetros, entre ellos el récord de puntos o el porcentaje de victorias establecido por JLo, lo que ha ido suponiendo motivos de satisfacción para todo el sevillismo, que incrementaba su admiración hacia la escuadra de sus amores. Es indudable, pues, que la afición sevillista tiene motivos más que sobrados para haber despedido a su equipo como lo hizo el pasado domingo en los alrededores del Sánchez-Pizjuán, ya que han sido muchas las satisfacciones recibidas desde agosto hasta aquí.

Esa sucesión de puntuales satisfacciones y el cómputo general de méritos contabilizado justifica que desde el presidente hasta el futbolista menos utilizado, pasando por el entrenador y el director directivo, hayan mostrado en público su regocijo por el desempeño de esta temporada. Sin embargo, es de esperar que, de puertas adentro y en la privacidad de los despachos, las opiniones incluyan algún cuestionamiento respecto a las causas por las cuales el Sevilla Fútbol Club ha sido el primero de los cuatro candidatos que se desligó de la lucha por el campeonato cuando más fácil lo tenía.

La ambición no es algo que se proclama ni de lo que se presume, sino que se ejerce en cada movimiento y se practica en cada pensamiento. En la mente de los rectores sevillistas debería permanecer como un amargo recuerdo el hecho de que su equipo haya sido el que menos puntos haya sumado, sólo siete, en los cinco últimos partidos, es decir, cuando realmente se ‘cuecen las papas’. De esos quince puntos, el Barcelona sumó ocho, mientras que Atlético y Real Madrid sumaron 13. Cierto es que con estos registros el Sevilla Fútbol Club no podría haber quedado campeón, pero no es menos cierto que el análisis de las formas en que se desarrollaron esos partidos nos muestra que se podrían haber sumado muchos más puntos como para, cuando menos, superar al equipo culé y concluir la temporada en el podio liguero.

La derrota contra el Athletic de Bilbao y el empate contra los merengues en los últimos minutos merecen una reflexión, que debe ser mucho más seria cuando se recuerde el insultante partido que se disputó, sólo durante 40 minutos, en Villarreal. Este análisis debiera centrarse en la necesidad de inspirar en el equipo, y también en el entrenador, el ánimo de campeón del que en la actualidad parecen carecer, lo cual requiere una reflexión previa respecto a la configuración de la plantilla, para lo que habría que recurrir a otros dos de esos cinco últimos encuentros. Tanto ante Valencia como ante Alavés quedó de manifiesto que los suplentes no lo son por capricho del entrenador sino porque la distancia con respecto a los titulares es impropia de una escuadra que verdaderamente quiera aspirar a estar en lo más alto de las clasificaciones. Ahí parece que deberá estar el trabajo de Don Ramón Rodríguez Verdejo.

Mediada la temporada, el responsable financiero sevillista, José María Cruz, pronosticaba que habría pocos movimientos en el mercado de fichajes de este verano. Semejante presagio retumba con mal tono en la mente del sevillismo más ambicioso, al cual le llamaría poderosamente la atención que se prolongara la presencia de algunos futbolistas en la plantilla. No se precisan extraordinarios conocimientos técnicos para observar que existe una diferencia cualitativa sideral entre Acuña y Escudero, Koundé y Sergi Gómez, Diego Carlos y Rekik, Fernando y Gudelj, Munir y Ocampos; sólo por citar algunos de los ejemplos que serían más evidentes. Un primer y somero repaso a la plantilla refleja, pues, que al menos cinco cambios son imprescindibles, además de buscar los correspondientes relevos a Vaclik y Mudo Vázquez, amén de conformar una delantera realmente desequilibrante que convierta en gol el tremendo caudal de juego que genera el equipo.

Se trata, por tanto, de realizar un intercambio de futbolistas que ha de tener como filosofía inspiradora no sólo elevar la calidad media de la plantilla mejorando a quienes inicialmente no estarían llamados a ser titulares, sino sobre todo de dotarla de una competitividad que impulse el ánimo de ‘campeonar’. Jugadores como Rakitic o Fernando son perfectamente conocedores, por su trayectoria, de que para obtener un título es necesario disponer de una plantilla de mucha mayor calidad, de ahí que para ellos el cuarto puesto sea lo máximo a lo que pueda aspirar el equipo. ¿A quién se le ocurre pensar que el Sevilla Fútbol Club puede ser campeón de liga con futbolistas como Sergi Gómez, Gudelj, De Jong? Nos puede hervir la sangre roja pero que no nos ciegue el conocimiento.

Si en la temporada 21/22, el plantel sevillista vuelve a disponer de no más de 16 futbolistas de primerísimo nivel, el objetivo volverá a ser el mismo y, probablemente, la oportunidad de sorprender a las multinacionales en sus horas bajas se haya desaprovechado nuevamente.   

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