Tras el parón por selecciones, podremos volver a disfrutar de la Primera Iberdrola este fin de semana. ¡Qué ganas!. La verdad que el calendario que le queda al Sevilla FC Femenino no es fácil. Ojo, no estoy justificando nada. Sin embargo, los partidos contra el FC Barcelona no son sencillos y antes de eso tiene alguna cita incómoda, como la del Real Madrid, la del SD Eibar o la del Levante UD.
Una recta final de año apretada y más si echamos un ojo a las bajas que suma el equipo entrenado por Cristian Toro. A pesar de esto, el equipo ha demostrado un gran nivel competitivo y en esto debemos confiar para los próximos compromisos.
Dejando a un lado la Primera Iberdrola, debemos estar pendientes de la puesta en marcha de los trámites para la profesionalización de la competición. El Consejo Superior de Deportes ha comenzado sendas reuniones con presidentes de clubes y capitanas para que la profesionalización de la Primera División Femenina sea una realidad la próxima campaña.
Esto sí tendría una validez real y no el lavado de cara que quiso hacer la RFEF denominando a la Primera Iberdrola como una liga «profesionalizada». No soy nadie para juzgar las intenciones de la Federación, LaLiga o la AFE con respecto a la profesionalización de la liga de fútbol femenina. Sin embargo, debéis reconocerme que lo que hemos podido ver no es muy tranquilizador. Cada uno «barre para casa» y eso solo perjudica un avance por el que han luchado muchas generaciones de jugadoras.
No suelo desconfiar. No soy de poner en tela de juicio a personas porque sí, pero en esta ocasión conozco un poco de qué va la película. Nos colgamos medallas, parece que vamos a ir a por todas y… efectivamente, las intenciones bajan como la espuma de una cerveza mal tirada. Soy escéptica con esto, hasta que no vea un documento oficial que acredite a la Primera Iberdrola como una competición profesional, no voy a lanzar campanas al vuelo.
Esto no quiere decir que dude de las intenciones de la presidenta del CSD, pero sí de algún socio que tiene en esta batalla. Lo que más quiero es que, en el mes de agosto del próximo año, alguien me recuerde por Twitter esta columna y me diga: «¿Y esto?. Ahora te retractas y te subes al carro». Eso querrá decir que las dudas de una periodista o, mejor dicho, de una aficionada, no estaban bien fundadas.
Hasta que el proceso que ha puesto en marcha el CSD no llegue a su fin esto será como la fábula del lobo que nos contaban de niños. ¡Qué viene el lobo!, ¡qué viene el lobo!. Y cuando al final el lobo llegó de verdad no se lo creyó nadie.