Empezaba el Sevilla Fútbol Club con más de una treintena de futbolistas en la concentración de Montecastillo en Jerez una pretemporada que se está caracterizando por el overbooking y por la complejidad de la operación salida debido a la extensa relación de afectados, e incluso a la inconcreción ya que no hay certezas respecto a si se terminará confirmando la salida de algunos miembros de la plantilla que en principio parecen descartes, como Delaney o Idrissi, ni tampoco se conoce el destino final de canteranos como Kike Salas o Juanlu. Como tampoco se puede atisbar, que es lo más preocupante para los sevillistas, cuál va a ser el devenir de acontecimientos en torno a dos jugadores principalísimos como Bono y En-Nesyri.
Un mes después de la cita jerezana, no han sido pocos los nombres que han copado protagonismo en los comentarios sevillistas, contrastando esto con la ausencia de referencias en torno a otros que concitaban expectación el año pasado por estas fechas. Llegaban entonces a Nervión dos incorporaciones que estaban llamadas nada menos que a hacer olvidar a una de las parejas de centrales más admiradas en la historia sevillista como fue el tándem Koundé-Diego Carlos. Sin embargo, un año después, los olvidados son ellos: nadie se está acordando en esta pretemporada –y si lo hace es para mal- del dúo Nianzou-Marcao, cuya debilidad física contrasta con la contundencia franco-brasileña.
Con antecedentes como éste no es extraño que en el sevillismo cunda una buena dosis de desazón respecto al futuro más inmediato en cuanto a la confección de la plantilla. Sin embargo, y con independencia de hechos por venir, lo cierto es que el caso del ‘dúo mantequilla’ supone el paradigma que muestra la necesidad de sensatez que se ha instalado en el Sevilla Fútbol Club. El actual ostracismo de una pareja que llegó con una misión tan principal como la de ser pilar fundamental del equipo evidencia la decadencia de la última etapa de la dirección deportiva que lideraba Monchi y, por tanto, la ineludible urgencia de iniciar una fase nueva que estuviera marcada por adoptar decisiones sensatas.
Para emprender esta nueva etapa cuenta el Sevilla Fútbol Club con dos personas que hasta el momento han demostrado ejercer sus funciones con altas dosis de ese ingrediente básico. La sensatez ha caracterizado buena parte de las decisiones de José Luis Mendilibar que condujeron tanto a superar una gravísima crisis liguera como a campeonar en la UEL. De la misma forma que de movimiento sensato puede catalogarse la primera operación de Víctor Orta, encaminada a fortalecer la zona más débil del equipo –el centro del campo con la incorporación de Sow-, una vez que su antecesor había dejado arreglado su propio desaguisado con las contrataciones de Badé y Gattoni.
Por tanto, el hecho de que los dos ejecutores de la planificación deportiva sevillista, Mendi y Orta, hayan insuflado lógica y racionalidad a las operaciones, unido a la intención de los máximos rectores de retornar a las directrices que llevaron a los éxitos, hace albergar cierta esperanza de que cuando llegue septiembre las perspectivas sean sensiblemente mejores a las de hace un año. En contraste con lo que acontecía en el verano pasado, el Sevilla Fútbol Club no se ha desprendido de sus baluartes en esta ocasión a las primeras de cambio. A día de hoy, por tanto, parece cierto que ni Bono ni En-Nesyri van a salir de la entidad a menos que llegue una oferta irrechazable. Otra cosa será lo que acontezca en el futuro y las dudas que tiene buena parte del sevillismo de que realmente eso vaya a ser así; dudas evidentemente razonables a tenor de la escasa confianza que se tiene en el actual Consejo de Administración.
En cualquier caso, a fecha de 8 de marzo de 2023, la situación es la que es y, salvo giro radical de los acontecimientos, parece que los dos jugadores más determinantes del plantel van a estar a disposición del entrenador para afrontar el debut liguero del viernes ante el Valencia en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Ese momento está llamado también a ser la oportunidad en la que se comprobará el nivel de la sensatez del entrenador. Cuando allá por marzo llegaba a un club en situación agónica, era lógico pensar que se aferrara a los jugadores con los que había coincidido en épocas anteriores, con los cuales además había tenido buena relación.
Era sensato que el triunvirato Dmitrovic-Jordán-Bryan figuraran en su once ideal para superar la crisis. Sin embargo, hoy, cinco meses después y con una pretemporada de por medio, ya no es tan evidente que su guardia pretoriana siga formada por los mismos hombres. Bryan no está, Jordán ha demostrado no ser el mismo que el del Eibar y, sobre todo, Dmitrovic no ha alcanzado el nivel de Bono. Ahí va a estar la verdadera prueba de la sensatez de Mendilibar. Porque no hay nadie en el entorno sevillista que no tenga claro que sólo una oferta mareante, de aquellas que se llamaban ‘fuera de mercado’, puede evitar que el marroquí no sea el portero titularísimo del Sevilla Fútbol Club en la temporada a la que vamos a dar la bienvenida dentro de tres días.
Debe de traer a Sergio ramos
Al 70 % es mejor que todos los defensas de españa
Jose Manuel Ruiz Barrera usted paga lo que pide Y no me hace falta que me diga cuanto pide pero seguro que el Sevilla no pude pagarle