Y del Sánchez – Pizjuán somos tu y yo. O quizás no, quizás seas un admirado bético que continúa levantando la bandera verdiblanca. Y posiblemente, estuviste presente en el reencuentro derbi, inmerso en una jaula y rodeado de miles de espectadores rojiblancos. Es admirable, la osadía de pisar esa grada y observar cómo se formó la gozadera. Y es que realmente aquello fue una gozada, desde el primer minuto al noventa. En cualquier caso, los béticos os sumasteis a una fiesta de la que no erais precisamente protagonistas, el balón de la victoria no estaba en vuestro campo. Pero a pesar de todo, fuisteis bienvenidos.
Presenciamos juntos el enfrentamiento de un eterno rival pero también de un eterno vecino. Y la victoria es rojiblanca, pero el mérito de acudir al estadio nervionense tras perder en casa, es todo un mérito. La afición sevillista me lo confirmó desde el principio, el ambiente rojiblanco anima a cualquiera. Tras la llegada de la gozadera, se impusieron en el campo los goles de Reyes, Ramí, Gameiro y Kakuta, dando como resultado un cuatro a cero que ofrecía los titulares de “un partido redondo”. Reyes abrió el pastel del triunfo y Kakuta puso la guinda a la noche. Pero además fue un encuentro que resaltó por los cambios de jugadores. Unai Emery, les dio la oportunidad de brillar a la vez que saboreaban una nueva victoria sobre el equipo verdiblanco. Y la afición, como no podría ser de otra forma, aplaudió esas entradas al campo. Los cánticos, aplausos y saltos en la grada, parecían estar jugando también en el terreno de juego. Cada acercamiento a la portería del rival, ya fuese córner o pase, así como los momentos más decisivos que regalaban la victoria, estaban acompañados de ilusiones sevillistas. Es la ilusión de ganar en casa que provoca sentir a nuestro equipo más que nunca. Y si el Sevilla cenó pastel, el betis un arroz con habichuela. En otras palabras diremos que se formó la gozadera cuando en casa, se gana como en ningún sitio.